Tras el cambio político en el Ayuntamiento de Barcelona, en mayo de 2011, con la llegada del convergente Xavier Trias a la alcaldía, el proyecto del Born como centro cultural pasó a convertirse en el templo del victimismo de la celebración del Tricentenario que el soberanismo estaba cuidadosamente preparando; pasó a ser algo así como la encarnación de la “resistencia frente al enemigo”, se la presentó como la “zona cero” de la destrucción bélica de 1714. Lejos de ayudar a entender la compleja guerra de sucesión a la corona española del siglo XVIII, el Born se transformó en una pieza altamente simbólica de la propaganda secesionista en el año de la consulta del 9N. Todo ello de la mano de su director, Quim Torra, que fue nombrado director del equipamiento, tras ocupar brevemente el cargo de gerente de Foment de Ciutat Vella. Poco importaba que no fuera historiador de formación, ni que jamás hubiera dirigido un museo, lo que se premió fue su activismo independentista desde el asociacionismo cultural, su trabajo de propagandística en editoriales o como autor de ensayos de ficción en los que mezclaba la historia y el periodismo. Amén, claro está, de su militancia convergente.
La magnífica restauración del edificio de hierro y cristal del antiguo mercado del Born (1873), obra de Josep Fontseré, en lugar de acoger la tan reclamada biblioteca provincial, se acabó convirtiendo por culpa de las obsesiones nacionalistas a derecha e izquierda en un sarcófago de lujo para mostrar unos restos semiarqueológicos de escaso interés, ante los cuales solo podía existir una “aproximación mágica, casi telúrica al alma de un pueblo”, sugirió con gran lirismo el día de la inauguración su director, fingiendo emocionarse. Un sarcófago de lujo para difundir un relato que presentaba la guerra de sucesión únicamente como una colosal epopeya de los catalanes a favor de la libertad.
El máximo exponente de esta falsificación de la historia fue la exposición Donec Perficiam (Hasta conseguirlo), que optó por centrarse en el dramático asedio en 1714, enfatizando la heroica resistencia de los barceloneses. La muestra buscó emocionar al visitante pero también indignarlo ante lo que se presentaba como la destrucción del Estado catalán por parte de España. La muestra, de visita gratuita, buscó confundir al ciudadano al establecer una relación directa entre pasado y presente, dando a entender que, bajo el conflicto sucesorio de la corona española del siglo XVIII, latía un deseo catalán de secesión que enlazaba con el que perseguían los independentistas. La visita a la librería, donde se exponían una cantidad enormes de títulos de ensayo político independentista acompañado de todo tipo de merchandising con la bandera estelada, acababa de despejar cualquier duda sobre la finalidad última de la operación.
Este jueves, Carles Puigdemont ha designado a Torra como su candidato a president titella. Inmediatamente han salido a relucir los polémicos tuits ultranacionalistas del que, tras la marcha de Muriel Casals en 2015 para ser diputada --que posteriormente falleció por un accidente--, asumió interinamente la presidencia de Òmnium; unos mensajes que ya en su día dieron mucho que hablar. Con esta elección tan controvertida, el perfil de Junts per Catalunya se aproxima más al de una formación xenófoba y descaradamente supremacista. El drama es que la presidencia de la Generalitat probablemente acabará en las manos de un agitador integrista que ha escrito que “los catalanes vivimos ocupados desde 1714”. Prepárense.