Gracias a la purga efectuada en El País entre sus columnistas más desafectos al sanchismo (el otrora diario independiente de la mañana se ha convertido en el boletín oficial del club de fans de Pedro Sánchez: me pregunto cuánto faltará para que se deshagan de Daniel Gascón), el digital The Objective se ha hecho con una sección de opinión muy pinturera y compuesta en gran parte por gloriosos rebotados del grupo Prisa.
Entre ellos, Antonio Elorza, a cuyos artículos estoy enganchado desde hace años, cuando aún no se habían dado cuenta en El País de que se había pasado al farcihmo (como Savater, De Azúa y hasta el propio Cebrián, expulsado del diario que él mismo fundó). El último que leí contenía una teoría que –juro que no es por hacerme el listo– también se me había pasado por la cabeza a mí. A saber, que lo del Gobierno del señor Sánchez tiene más que ver con sobrevivir que con vivir.
Veamos: su obsesión por conservar el sillón lo ha arrojado en manos de enemigos del Estado como Junts, ERC o Bildu, con los que debería haber aplicado una norma ética de obligado cumplimiento, que es no tratarse con indeseables para conseguir sus objetivos (que, en su caso, se reducen a mantener el poder a cualquier precio).
Por culpa de las malas (e inaceptables) compañías, el Gobierno de Sánchez nació moralmente muerto. Ya sé que a él las cuestiones morales se la soplan, pero la suya no es la mejor manera de iniciar un mandato democrático. Y, además, el apoyo de los enemigos de España no es ningún chollo, pues cada proyecto, cada propuesta y cada ley puede ser aprobado o rechazado por uno o por todos los socios perdonavidas, que recurren permanentemente al chantaje para obtener beneficios.
Pactar con semejante gentuza es, además de inmoral, un negocio ruinoso, pues hay que estar siempre cediendo para que se dignen apoyar alguna de tus medidas, llevándote en ocasiones a la indignidad más infecta (véanse los recientes beneficios penitenciarios para serial killers vascos, por exigencia, sin duda, de Bildu, aunque Sánchez y sus oompah loompahs nos salgan con milongas relativas a la legalidad europea: todo patrañas, pues solo se trata de una maniobra más del Puto Amo que habla inglés, del Mr. Handsome almodovariano, para mantenerse atornillado al sillón, y esta vez con la ayuda involuntaria del PP, partido que, desde los tiempos del diputado Casero, está especializado en liarse a la hora de votar y acabar aceptando iniciativas a las que debería oponerse: con una oposición tan idiota, a Sánchez lo ha bajado Dios a ver).
Además de tener que aguantar a sus molestos socios de gobierno (que disfrutan humillándolo día sí, día también), a Sánchez le crecen los enanos, trátese del exministro Ábalos, de su antiguo chófer Koldo García o de la propia parienta, Begoña, la de los másteres chungos y el más que posible tráfico de influencias.
Por mucho que Mr. Handsome (y esos fieles secuaces que le deben el cargo y prácticamente la vida, como Cerdán, Bolaños, Mariajezú, Óscar Puente, Patxi López…) insista en que todo son infundios propalados por el farcihmo, lo cierto es que el hombre está cada día más acorralado. Hasta el punto de que, como sostenía Elorza, está más ocupado en sobrevivir que en vivir (o sea, gobernar). Y uno se hace la pregunta con que titula esta columna: ¿merece la pena gobernar así?
Supongo que a una persona con escrúpulos morales y con cierto sentido de la ética y la decencia le parecería que no, que así no merece la pena ejercer de presidente ni de una comunidad de vecinos. Pero, claro, estamos hablando de alguien que solo piensa en mantener el poder como sea, aunque ya no sepa exactamente para qué.
Bueno, sí, en teoría Sánchez está donde está para protegernos del fascismo, pero esa trola ya no hay quien se la trague. No sé qué saca de ese agarre desesperado al poder, pero las cosas se le pueden poner mucho peor de lo que ya están. Prosigue la investigación sobre las presuntas trapisondas de Begoña. El conseguidor Víctor de Aldama –benefactor de Ábalos en forma de chalés en Cádiz y alquileres onerosos para su novia– ya está en el talego por otra supuesta mangancia. El círculo se va estrechando en torno a Koldo.
El nombre de Sánchez (o su alias, Número Uno) ya aparece en conversaciones entre esos conspicuos chorizos. Entre los (falsos) apoyos a su Gobierno y la presunta corrupción de sus allegados, la cosa se está poniendo peliaguda para Don Guapo.
Yo de él convocaría elecciones antes de que las cosas se le compliquen aún más. Igual hasta las ganaría: entre la ineptitud del PP y los convencidos de que Sánchez es lo único que nos separa del farcihmo, no sería de extrañar que siguiera cuatro años más en el poder y, tras venirse arriba, procediera a la desintegración de jueces, periodistas y demás enemigos de ese particular pogresismo que él encarna de manera magistral. Ánimo, Pedro, ya decían los romanos que la fortuna ayuda a los audaces.