Pintan bastos en la NII (Nueva Izquierda Imbécil). Sus dos principales representantes en el mundo de los partidos políticos, Sumar y Podemos, están a matar, y todo parece indicar que los más muertos acabarán siendo los de esta segunda agrupación, la que se proponía asaltar los cielos hace unos años y que ahora parece conformarse con que no echen a Irene Montero del posible Gobierno de coalición que consigan armar Pedro Sánchez y Yolanda Díaz con el beneplácito de Carles Puigdemont, fugitivo de la justicia convenientemente reciclado en interlocutor válido si así Sánchez consigue seguir agarrado a su querido sillón presidencial.
El cruce de sarcasmos y maldades entre los integrantes de Sumar y Podemos es constante y cada día sube de tono. Ada Colau les dijo a los de Pablo Iglesias que más les valía no ponerse farrucos si no querían quedarse sin cargos y sin dinero. Iglesias contraatacó acusando a la exalcaldesa de Barcelona de autoritaria y (casi) dictatorial, cosa comprensible si tenemos en cuenta que Ada, representante en tiempos en Cataluña de la visión podemita del mundo, cambió súbitamente de bando (igual se dio cuenta de que con gente como Iglesias, Montero, Echenique o Monedero no se iba a ninguna parte), se acercó a Sumar (o se incrustó, según como se mire) y se convirtió en la mejor amiga catalana de Yolanda Díaz (quien, a su vez, la había precedido en la traición a Podemos, apuñalando a quienes se la habían traído a Madrid después de que ella, si hemos de hacer caso a las malas lenguas, se olvidara en Galicia el armario en el que guardaba anteriores cadáveres políticos).
Tengo la impresión de que Pablo Iglesias se siente traicionado y de que no le faltan motivos para sentirse así. A fin de cuentas, con él empezó todo y mírenlo ahora, ejerciendo de periodista y tertuliano en medios marginales después de haber sido vicepresidente del Gobierno español. Sí, de acuerdo, él se lo buscó: ¿a quién se le ocurre renunciar a una vicepresidencia para volver a ejercer de mindundi de la NII, es decir, de sujeto al que no se le puede sacar nada desde ese colectivo de adictos al medro en el que brillan con luz propia Yolanda Díaz y Ada Colau?
Por su mala cabeza, Pablo Iglesias se ha convertido en un don nadie, mientras sus dos antiguas protegidas pasan de él como de la peste y se buscan la vida, desprovistas de mochilas asaltadoras de cielos. Cada una a su manera. Yolanda, ejerciendo de Sonrisa del (Nuevo) Régimen, de socialiste a visage humain, que dirían los franceses, de quimérica anunciadora de un mundo nuevo y feliz (que diría Karina), de adalid del progresismo amable y el feminismo fetén, de fashionaria convencida de que las nuevas milicianas tienen todo el derecho del mundo a vestir de Carolina Herrera. Ada, enganchada a su nueva amiga (por el interés te quiero Andrés) y haciendo como que no piensa aceptar ese ministerio que, en teoría, le ofrecen en Sumar, aunque está por ver que le hayan ofrecido algo (Pablo Echenique ya se ha marcado algunos sarcasmos al respecto).
Pongamos que a Ada le han ofrecido un ministerio. ¿Debemos creerla cuando dice que no piensa aceptarlo porque su sitio está en Barcelona, aunque no sepamos exactamente en qué consiste ese sitio? Recordemos que, en su momento, dijo que de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) se iba a su casa, ya que lo suyo era el activismo y no la política, y acto seguido se presentó como candidata a la alcaldía de Barcelona. Una vez en ese cargo, dijo que con dos mandatos iba que chutaba, por propia decisión y por exigencias de las normas del partido, y acabó postulándose para un tercero, que le salió rana, momento en el que decidió convertirse en el tercer grano en el culo de Jaume Collboni (los dos primeros son el doctor Trias y el Tete Maragall), al que ahora se dedica a poner verde día sí, día también. Lo suyo con lo del posible ministerio plantea dos serias dudas:
1/ ¿Realmente se lo han ofrecido?
2/ En caso afirmativo, teniendo en cuenta su historial de promesas incumplidas, ¿podemos creernos que lo piensa rechazar?
En cuanto a Yolanda Díaz, si las cosas, Puchi mediante, le salen bien, puede llegar a vicepresidenta de un Gobierno cuya duración se prevé breve no, lo siguiente, pues la turra que van a dar el PP, el poder judicial y la gente que no traga con la amnistía para los golpistas catalanes va a ser de abrigo. Todos sabemos que, por muchos besos que le dé a Pedro Sánchez, hará todo lo posible para destacar con vistas a desbancarlo en unas próximas elecciones (si antes no la estrangula Sánchez cuando le convenga, pues yo creo que en esta pugna de serial killers políticos el actual presidente en funciones es el más eficaz).
Y, mientras tanto, ¿qué será de Pablo y sus palmeros? ¿Encontrarán alguna manera de interrumpir su descenso hacia la irrelevancia? Lo dudo mucho: a Podemos se le está poniendo la misma cara de cadáver político que a Ciudadanos. Eso sí, los de Iglesias se resisten a darse por muertos: de ahí la hostilidad creciente hacia Díaz, Colau y cualquiera que los haya traicionado. Y así no hay manera de crear una fuerza a la izquierda de la izquierda ni de acabar con el bipartidismo, como se pretendía. En la NII son pocos y mal avenidos. Igual que en el independentismo catalán, en el que siempre han visto, no se sabe muy bien por qué, unas tendencias progresistas que nunca han estado ahí.
Puede que el bipartidismo sea un asco, pero entre el suicidio de Ciudadanos y las disensiones en la NII (tampoco se le ve un futuro glorioso a Vox fuera del mundo de la tauromaquia), yo diría que, más que nunca, ha venido para quedarse.