Manicomio catalán

Y ahora, ¡a por la CUP!

5 diciembre, 2015 00:00

Al proponer cederle dos votos a Artur Mas para su investidura, puede que David Fernàndez no haya firmado su sentencia de muerte --a él ya lo ha colocado Colau en el Ayuntamiento de Barcelona y no va a salir de ahí ni con agua hirviendo--, pero sí la de la CUP, pues a nadie se le escapa que el Astut destruye todo lo que toca y posee una capacidad de aniquilación infinita: de ahí mi reciente propuesta de infiltrarle en el Daesh para acabar de una vez por todas con la mayor amenaza a la que se enfrenta Occidente.

Si hemos de hacer caso al siempre clarividente Agustí Colomines --el hombre que estaba al frente de la Catdem cuando aquello era la cueva de Alí Babá, pero no se enteraba de nada porque vivía consagrado a la alta cultura y al pensamiento profundo--, la CUP bulle de agentes undercover del CNI, por lo que solo les falta tratarse con el Astut para irse al carajo más pronto que tarde.

Como funcionario municipal, Sandalio Samarreta tiene el futuro asegurado, pero... ¿qué será del Antoniu y las Nekanes si la CUP inviste presidente a Mas? ¿O es que nos hemos olvidado de su espeluznante historial?

Como funcionario municipal, Sandalio Samarreta tiene el futuro asegurado, pero... ¿qué será del Antoniu y las Nekanes si la CUP inviste presidente a Mas? ¿O es que nos hemos olvidado de su espeluznante historial?

Recordemos que, además de perder diez o doce diputados cada vez que convoca unas elecciones, el Astut se ha cargado a Unió, dejando a Duran Lleida sin su suite del Palace, cosa que no tiene perdón de Dios; ha sembrado la cizaña y el desconcierto en el PSC con tanta saña que la calle Nicaragua se llenó de soberanistas de nuevo cuño que le costaron al partido miles de votos que luego tuvo que intentar recuperar Miquel Iceta echándose unos bailecitos en campaña; ha desprestigiado por completo a los sindicatos obreros, a cuyos líderes ha lanzado a los pies de Muriel Casals y Carme Forcadell; ha desnaturalizado a ICV y no ha parado hasta cargarse su propio partido, CDC, aunque justo es reconocer que ahí ha contado con la ayuda fundamental del fundador. Como ahora se proponga acabar con la CUP --y no me extrañaría, dado el trato que ha recibido últimamente a manos del Antoniu--, estoy convencido de que lo logrará.

Flaco favor les ha hecho Sandalio a sus amigos con su propuesta. Y solo ha conseguido retratarse como lo que es: un supuesto radical de izquierda que, a la hora de la verdad, piensa en la patria antes que en el pueblo, demostrando así por dónde se pasa él las enseñanzas de Marx y Engels. Pedir a cambio un plan de choque contra la pobreza y la desigualdad no sirve ni para salvar la cara, pues es lo primero que se pasará por el arco de triunfo el Astut en cuanto consiga sus objetivos: me temo que la CUP, entre Mas y el CNI, ya puede darse por muerta.