Llevaba tiempo sin rebuznar en las redes sociales, pero estos últimos días se está poniendo las botas: hay que recuperar el terreno perdido, la cuota de mercado y, sobre todo, su bien ganado papel de la Voz del Régimen, pues Twitter se está llenando de advenedizos que no callan ni debajo del agua y que le están robando el público. Joel Joan fue un pionero a la hora de señalar con el dedo en las redes sociales a los enemigos de la patria; eran los tiempos en que, tocado con boina a lo Che Guevara, enardecía a las masas en el Fossar de les Moreres (donde no se entierra a ningún traidor, como todo el mundo sabe) y ejercía de líder de opinión indiscutido del universo independentista. Pero luego empezaron a salir émulos de Pepito Grillo de debajo de las piedras, hasta llegar al overbooking actual, con bocazas recalcitrantes como Toni Soler, Toni Albà, Antonio Baños, Jair Domínguez o el último fichaje deslumbrante de la causa, Pilar Carracelas, que suelta unas burradas del quince en busca de una plaza más o menos fija como tertuliana de TV3.

Joel Joan se nos había despistado con sus cosas del teatro y ahora debe haber visto que se le están comiendo la merienda y que hay que hacer algo al respecto. De ahí que la haya tomado recientemente con Santiago Segura, aunque éste juegue en primera división y nuestro Joel en tercera regional. Las declaraciones de Segura, preocupado por el ambiente guerracivilista que empieza a instalarse en España, eran de lo más cabales, pero a Joel no se lo parecieron y se lo hizo saber en un tuit acusador. Luego lo dejó correr para concentrarse en su nueva bestia negra, Gabriel Rufián, al que le afea escribir en “la lengua de los imperialistas” (o sea, en castellano), llevar a cabo pactos contra natura con el PSOE y, en definitiva, traicionar constantemente a esa Cataluña catalana que él, cual nuevo Manelic, tan bien representa.

Como demuestra a diario Donald Trump, Twitter es el arma favorita de los energúmenos. En dos minutos sueltas tu cagadita conceptual y te quedas tan ancho. En el mundo lazi su uso está muy extendido, y cada bocachancla tiene su propio estilo, que oscila entre la demencia total de Toni Albà y el tono sentencioso, como de yerno con fundamento, que se gasta Toni Soler, sin olvidar el estilo insultante y perdonavidas de grandes chupópteros del prusés como Pilar Rahola y Sala i Martín. De hecho, todos responden a los mismos estímulos: se enteran de algo que no les gusta y corren a denunciarlo, cada uno a su manera, en Twitter. Uno no sabe cuáles dan más grima, si los que muestran una seriedad absoluta o los que hacen como que tienen un gran sentido del humor y de la ironía. El pobre Joel no tiene puñetera gracia y su auto otorgada condición de justiciero lazi resulta más bien ridícula, siempre diciéndole a todo el mundo lo que está bien y lo que está mal, pero no seré yo quien le niegue el derecho a recuperar a ese público que le estaban robando personajes más peligrosos, majaderos o irritantes: algo tiene que hacer el hombre hasta que le caiga una nueva serie en TV3, ¿no?