Cataluña, afortunadamente para sus habitantes, está trufada de personas perspicaces que ven más allá de la verdad aparente y nos iluminan sobre la auténtica naturaleza de las cosas. Por ejemplo, gracias a Montserrat Carulla descubrimos que la inmigración masiva de andaluces y murcianos en los años sesenta del pasado siglo no se debió a un intento de dejar atrás la pobreza y procurar un mejor futuro a la descendencia, sino a un plan malévolo del general Franco para usar a los emigrantes como caballo de Troya que acabara con la lengua y el ser de Cataluña. Los opresores disimulaban tan bien sus intenciones que se hacinaban en sitios insalubres como Esplugues y Cornellà mientras los oprimidos vivían en grandes apartamentos del Eixample barcelonés. Y nosotros, pobres ingenuos, creyendo que solo se trataba de una pandilla de muertos de hambre que había venido a ganarse la vida a Cataluña con los empleos que a nosotros nos daban asco.

Recientemente hemos vuelto a picar, creyendo que la Unidad Militar de Emergencias venía a echarnos una mano ante un pavoroso incendio, pero una vez más nos equivocábamos. Gracias a Toni Soler hemos sabido que lo de la UME era un nuevo intento de españolizar Cataluña con la excusa de una catástrofe. Menos mal que el conseller Buch nos tranquilizó diciendo que seguíamos viviendo en la república catalana y que la UME es una unidad del país vecino, España, y que si llega a arder un bosque más cercano a Francia nos habría echado una mano el ejército francés. Hay que ver lo diferentes que pueden ser las cosas de lo que parecen…

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Tanto Carulla como Soler pertenecen a esa escuela de pensamiento que representa mejor que nadie el Institut de Nova Historia, controlado por esas dos lumbreras de la historiografía alternativa que son Jordi Bilbeny y Víctor Cucurull. Y sí, en un país normal, Carulla estaría en una residencia de ancianos que ya no rigen muy bien y Soler, Bilbeny y Cucurull, en un sanatorio mental, pero, ¿quién ha dicho que Cataluña sea un país normal? ¡Pero si aquí los porteros de discoteca llegan a dirigir la Consejería de Interior! ¡Y los agentes de seguros a custodiar pedruscos sagrados y a la presidencia de la Generalitat! No es Estados Unidos el país en el que cualquiera puede llegar a presidente, sino Cataluña, la nueva tierra de los libres, el nuevo hogar de los valientes…

Tenemos unos líderes de opinión impresionantes. Pero todavía hay clases. Mientras Cucurull y los suyos son unos merluzos prácticamente inofensivos, la vieja supremacista (Carulla) y el millonario audiovisual del régimen (Soler) resultan especialmente nocivos gracias a esa mezcla tan rentable de maldad y estupidez que los caracteriza. Hace falta una gran bajeza moral para decir que los inmigrantes de los sesenta venían a eliminarnos o que la UME ha venido a hacer españolismo con la excusa de un incendio. O sea, que en la Cataluña actual solo hace falta ser muy malo y muy tonto para llegar a líder de opinión, a conseller o a president.