Supongo que conocen el viejo chiste de la era soviética: se le aparece un genio a un campesino y le ofrece la oportunidad de hacer realidad un solo deseo; el pobre mujik puede pedir lo que quiera: una fortuna, la mujer más bella del mundo, la inmortalidad incluso; pero, tras mucho pensárselo, dice: “Que se muera la cabra del vecino”.

Junts y ERC son la versión catalana del payés soviético, pero sin cabra: lo único que desea cada partido es ver al otro hecho fosfatina. Eso sí, para quedar bien, ambos afirman que su prioridad, su máximo anhelo, es la independencia de Cataluña.

En estos momentos, tanto Cocomocho como el beato Junqueras tienen el partido hecho unos zorros.

El primero ya no sabe qué inventar para reorganizarlo, aunque, por lo menos, lo de elegir como segundo de a bordo a Albert Batet, el millonetis de Valls, le garantiza que siempre tendrá la nevera llena en su mansión de Waterloo (si no se la vacía Comín, quien, como pianista, tiene las manos muy largas).

Al segundo se le amotinan por todas sus federaciones: hay ruido de sables en Girona y Tarragona, y en Barcelona se acaban de registrar dimisiones a dojo por parte de los independentistas más pata negra, que no ven con buenos ojos las componendas del beato con el PSC del señor Illa.

La última encuesta del CEO (Centre d'Estudis d'Opinió, no Chief Executive Officer) dibuja un panorama lamentable para Junts, que se resiente del asedio al que le somete Aliança Catalana, el partido de la matamoros de Ripoll, Sílvia Orriols. Según el CEO, AC empataría a votos con Junts, y puede que también en escaños.

O sea, que el partido de Puchi podría quedar como tercera o cuarta fuerza en el Parlamento catalán. Momento en el que, en el diario El País, no volverían a pedirle un artículo al líder máximo (me alegra que el periódico que nos trajo la democracia abra su sección de opinión a delincuentes, pero llega un poco tarde, ya que me gustaría haber leído, en su momento, una columna del Dioni o del violador del Eixample).

Sí, el PSC ganaría las elecciones, pero ERC quedaría en un honroso segundo puesto, por usar aquella terminología que le era tan grata al difunto José Luis Uribarri en sus comentarios sobre el Festival de Eurovisión. Por fin una buena noticia para el beato, que así tendría una excusa perfecta para seguir fabricando la socioesquerra, si consigue reprimir a sus secuaces más levantiscos, y bailar una sardana con sus fieles para celebrar que se ha muerto la cabra del vecino.

Es evidente que de las maltrechas tropas de ERC no se escapa nadie hacia AC. Me temo que la matamoros de Ripoll se nutre principalmente de posconvergentes hastiados. De ahí su crecimiento exponencial en las encuestas electorales. Puede que en ERC estén todos a matar, pero, por lo menos, de ahí no se va nadie.

Mi enhorabuena, pues, para el beato Junqueras y su honrosísimo segundo puesto en las próximas elecciones autonómicas. Que disfrute de la agonía de la cabra del vecino mientras sigue pululando por el proceloso mundo de la política catalana.

Haremos como que nos creemos que solo piensa en la independencia del terruño, aunque todos sabemos que lo suyo es una interesante salida profesional que lo está consagrando como un gran secundario de la política regional y con la que se divierte más que ejerciendo de historiador y que, casi, yendo a misa cada día.