Joan Maria Piqué, 'exdircom' de Artur Mas y Carles Puigdemont
El (antiguo) régimen cuida de los suyos
"El triunfo más evidente del 'lazismo' consiste en haber recolocado a uno de los suyos. Un pequeño paso (en falso) para la humanidad, pero enorme para Joan Maria Piqué"
Últimas noticias del universo lazi: el domingo llegó a Barcelona la Brigada Forrest Gump del independentismo, que partió del sur de Francia (o Catalunya Nord, para los renuentes a reconocer las fronteras estatales), y que se ha tirado dos semanas triscando por el territori para recordarnos que, como asegura Lluís Llach, la independencia de Cataluña no es un recuerdo, sino una tarea pendiente; y el lunes, Carles Puigdemont se reunió con sus secuaces en Perpiñán para ver si seguía apoyando a Pedro Sánchez o lo enviaba a tomar por saco y salga el sol por Antequera (nada les puedo contar al respecto, pues escribo esto en plena conspiración convergente).
Para lanzarse a lo de la caminata es necesario tener un buen motivo (por delirante que parezca: pensemos en el cineasta alemán Werner Herzog y su periplo de Múnich a París para evitar que se muriera, de vieja, la historiadora cinematográfica Lotte Eisner, recogido en su libro Del caminar sobre hielo) o echarse a andar porque sí, a lo Forrest Gump, y comprobar de repente que te sigue una manada de gente que tampoco sabe a dónde va, pero que te considera una especie de guía espiritual.
La larga marcha de los emprendedores catalanes del norte se parece más a la de Forrest Gump que a la de Werner Herzog, aunque carece del hálito poético de ambas. Tú sales del Rosellón, llegas a la barcelonesa plaza de Urquinaona y todo sigue igual que cuando aún estabas en el sur de Francia, por mucho que salga Llach, el Abuelo Cebolleta del Prusés, con lo de la tarea pendiente (de un hilo).
El cónclave de Puchi, por otra parte, es una nueva teatralización de una situación molesta para la que no hay muchas alternativas, dado que lo que queda de Junts y aún no se ha pasado a Aliança Catalana se encuentra entre la espada y la pared: o se siguen aguantando los incumplimientos de Sánchez (un tipo que ha puesto brillantemente en práctica el refrán catalán Qui dia passa, any empeny) o se arriesga uno a elecciones y puede que a un gobierno PP-Vox. Es encomiable, eso sí, que Cocomocho haya encontrado tiempo, entre sus constantes tribulaciones, para colocar a un amigo necesitado de curro.
En Convergència (la de ahora y la de antes) siempre han tenido claras las cosas del comer. Y nunca, o casi nunca, han dejado en la calle a uno de los suyos. Véase el caso de Joan Maria Piqué (Lérida, 1976), ex jefe de prensa de Puigdemont y de Artur Mas que también floreció a la sombra de Quim Torra, aunque en un cargo algo distinto: Puchi lo acaba de nombrar subdirector de la ACM (Associació Catalana de Municipis) en Bruselas, se supone que para incordiar todo lo que pueda al director de la entidad, Jordi Solé, que es de ERC. Y, sobre todo, para que trabaje a sus órdenes mientras hace como que se preocupa de los municipios catalanes ante la Unión Europea.
No contento con ser de Junts, el señor Piqué también milita en el Opus Dei. Y hubo una época en la que te lo cruzabas en Barcelona por todas partes, cuando lucía un rostro siempre a medio afeitar (como Pedro Picapiedra) y unas gafas de gruesa montura blanca que le ganaron entre algunos el apodo de Mr. Titanlux. Convencido, como dijo Galdós (¿o era Baroja?), de que vivir fuera del erario público era vivir en el error, nuestro hombre lleva la mayor parte de su vida profesional medrando gracias a la política y el dinero ajeno. Y hay que reconocer que se ha ganado su sueldo con creces, dada su fidelidad perruna a la causa (perdida): los periodistas extranjeros en Barcelona aún se acuerdan de sus constantes presiones para que destacaran los logros del procesismo.
Una actitud proactiva y resiliente que replicó cuando estuvo al frente de la comunicación de la comunidad judía en Cataluña, cargo que perdió recientemente cuando lo echaron por dar la chapa en exceso a la hora de enredar a nuestros israelitas en sus conspiraciones independentistas.
Menos mal que el (antiguo) régimen cuida de los suyos y que Puigdemont se lo ha llevado a Bruselas, donde podrá seguir enredando y dando la tabarra desde su condición, a lo López Vázquez en Atraco a las tres, de amigo, admirador, esclavo y siervo. Olvídense, pues, del cónclave de Perpiñán y de la Brigada Forrest Gump: el triunfo más evidente del lazismo consiste en haber recolocado a uno de los suyos. Un pequeño paso (en falso) para la humanidad, pero enorme para Mr. Titanlux.
Hay que ir paso a paso, como dicen en Alcohólicos Anónimos.