Sostiene Jaume Giró, exconsejero de Economía de la Generalitat, que no le convencen los presupuestos recién aprobados por ERC y el PSC y que el Gobierno de la nación (o sea, de la región) estaba mejor cuando formaban parte de él sus amigos de Junts x Cat. Yo diría que si hay alguien que no debería chistar acerca de los presupuestos de marras es el señor Giró, ya que cerca del 80% de estos lo diseñó él cuando tenía mando en plaza y no se entiende muy bien que hayan dejado de gustarle ahora que ya no lo tiene. Intuyo que esa es su (peculiar) manera de ejercer la debida obediencia al partido de sus entretelas, pero lo hace quedar como un señor no muy coherente, tirando a errático. Entendería sus quejas si republicanos y socialistas se hubieran pasado sus presupuestos por el arco de triunfo, pero todo parece indicar que no es así, con lo que la actitud del señor Giró suena a pequeña rabieta inmersa en la gran rabieta en la que viven instaladas las huestes de Jordi Turull y Laura Borràs –a la que, por cierto, en ERC ya le han dicho que no piensan acompañarla a las puertas del juzgado en la habitual performance nacionalista de estilo gitano porque lo suyo huele más a corrupción que a patriotismo— desde que abandonaron el gobiernillo dando un portazo.
Desde que se salieron de ese lucrativo centro de poder que es la Generalitat, a los fans de Puchi todo les parece mal y aprovechan cualquier oportunidad para despotricar de esto y aquello. No hay más que ver cómo se han puesto con Rosa Romà, la jefa de la Corpo, por decir que, a la hora de opinar sobre asuntos concretos en TV3 o Catalunya Ràdio, hay que buscar al que más sabe, aunque entre sus conocimientos no figure el de la lengua catalana. Puigdemont la ha puesto de vuelta y media y no sé si Lluís Llach le ha lanzado ya una fatua como la que le endiñó no hace mucho al beato Junqueras, pero no sería de extrañar, ya que nuestro Pepito Grillo de la tercera edad las reparte últimamente a granel entre todo tipo de traidores y botiflers. Da igual que lo que ha dicho la señora Romà sea de una lógica aplastante: Puchi y los suyos dan por sentado que el especialista de turno se expresará en castellano, cuando si se trata de buscar a un entendido en algo es muy probable que hable en inglés, alemán, francés o cualquier otro idioma que no sea el español. Al ponerse la venda antes de la herida, los posconvergentes muestran un lapsus freudiano muy interesante a nivel psicológico, como casi todo lo que hacen, pero así van acumulando una fama de cascarrabias que, francamente, dudo que los favorezca mucho y que sirva para aminorar la velocidad de crucero que han adoptado hacia la irrelevancia.
Y el señor Giró, mientras tanto, va a sus cosas. Ahora le ha dado por aspirar a la presidencia de la Generalitat, y cuando no está muy ocupado ciscándose en sus propios presupuestos, recorre Cataluña para familiarizarse con el territorio que piensa controlar en un futuro no muy lejano, pagándose la gasolina del coche de su propio bolsillo, según afirma. A Pujol también le gustaba mucho patearse el territorio, y creo que no se pagaba la gasolina, pero no le hacía falta porque ya presidía la Generalitat y sus periplos iban a cuenta del presupuesto. Aunque desastroso, Pujol también fue banquero, pero su carrera en ese mundo no puede compararse con la de Giró, que tuvo un súper cargo en La Caixa antes de que le diera por meterse en política. Evidentemente, el hombre está en su derecho de elegir su futuro, pero no sé si ha considerado la posibilidad de que su partido haya dejado de existir cuando se decida a presentarse a presidente de la Chene. Si persevera en eso, igual tiene que inventarse su propio partido, ya que no se le adivina un porvenir muy glorioso al que ahora lo acoge y cuya situación puede empeorar en los próximos meses. Si Borràs acaba en chirona (o inhabilitada) y los belgas nos devuelven a Puchi, no sé yo si el iluminado Turull va a ser capaz de mantener la moral de la tropa (más que nada, porque lo único que sabe hacer es quejarse de todo y proponer quimeras irrealizables).
Ante esta molesta situación, Giró recorre Cataluña al volante de su coche y pagándose la gasolina de su bolsillo. Me gustaría saber qué hace exactamente en sus excursiones, pero no lo ha especificado. Igual, además de pagarse la gasolina, también ha invertido unos euros en un megáfono y se planta en la plaza mayor de los pueblos que visita a cantar sus propias alabanzas. O se arriesga a perder más dinero jugando a las cartas con las fuerzas vivas de la localidad (el médico, el cura, ya saben). Lo cierto es que nadie sabe muy bien qué hace cuando, tras repostar de su bolsillo, se echa a la carretera, pero yo, en su caso, me abstendría de poner verdes los presupuestos pactados por ERC y el PSC, no vaya a salir alguien a gritarle: “¡Pero si los diseñaste tú, cenutrio!”. Ya se sabe que hay gente muy resabiada en la Cataluña profunda, donde no siempre se recibe tan bien a las visitas como en El foraster de TV3.