Me entero gracias a una columna de Gerard Mateo en este mismo diario de que, con ocasión del trascendental partido de fútbol del Mundial entre la selección española y la marroquí, hubo racismo a cascoporro en las redes sociales, triunfando especialmente la desafortunada expresión “Leña al moro” (también hubo referencias al terrorismo islámico y otros comentarios como de cuñao facha en cena de Nochebuena). Pero es que, como suele decirse, el fútbol es así, y se trata de un deporte que fomenta los más bajos instintos del populacho, que también es verdad que podría comportarse mucho peor de no contar con esa arma de, digamos, desahogo moral, político y social.
Menos mal que, para contrarrestar, TV3 celebró el triunfo de la selección marroquí como si fuese la inexistente selección catalana, mostrándonos la alegría de los magrebíes instalados en Barcelona y reunidos para la ocasión en un bar desde el que poder seguir el partido. No me quedó muy claro si TV3 celebraba la victoria marroquí o la derrota española, pero ¡llámenme mal pensado!, me pareció que había cierta sobreactuación con las alegrías magrebíes. ¿Se le habría dedicado el mismo tiempo a la selección española, caso de haber ganado el encuentro? ¿Se habría entrevistado a varios seguidores de la Roja para que la audiencia del Tele Notícies compartiera con ellos la alegría del triunfo? Si en vez de magrebíes hubiesen sido españoles los que hacían el ganso en Canaletes, tras salir de alguna de esas catacumbas en las que siguen los partidos de la selección nacional porque a Ada Colau nunca le da la gana ponerles una pantalla grande en un exterior para que se desfoguen a gusto, ¿lo habrían grabado las cámaras de La Nostra con el mismo y admirable espíritu de solidaridad multicultural?
Tengo mis dudas. Y, es más, me da la impresión de que, si el partido del martes lo llega a ganar España, TV3 se habría pulido la noticia con un comentario de pasada y un par de planos (uno de ellos, dedicado a algún cenutrio con la bandera franquista). No descarto que el aparato de agitación y propaganda más poderoso del régimen haya contribuido a mi enloquecimiento y yo vea cosas donde no las hay, pero algo olía mal en tanto entusiasmo por la victoria de la selección nacional marroquí. No hay que olvidar los viejos esfuerzos lazis por mimar a la inmigración magrebí en detrimento de la sudamericana, con la intención, a veces confesada, de conseguir que los marroquíes, puestos a aprender un idioma, se inclinen por el catalán, cosa imposible con ecuatorianos o bolivianos, que no se apean del español ni que los maten. Tengamos también presente la extremada comprensión y simpatía de nuestras autoridades hacia salafistas como los dos que fueron expulsados de España recientemente porque la policía nacional había detectado que se dedicaban a adoctrinar malamente desde algunas de esas mezquitas que no parecen quitarles el sueño a los mandos de la policía autonómica. Ya hace años tuvimos como presunto embajador en Marruecos al inefable Àngel Colom, principal responsable de esa línea de pensamiento consistente en priorizar la inmigración magrebí sobre la hispanoamericana…
Igual solo estoy viendo fantasmas y, desde luego, no querría que se me confundiera con los energúmenos del “Leña al moro”, entre otros motivos, porque el fútbol me la sopla y me entero de lo que pasa en ese mundo a mi pesar. Puede que esté tan acostumbrado a la manipulación de TV3 que la detecte aunque no se produzca, pero había algo que chirriaba en tanto entusiasmo por la victoria de la selección marroquí, entusiasmo que se podía interpretar también como alegría ante la derrota española. Y, por el mismo precio, todas esas imágenes de magrebíes felices y supuestamente integrados iban muy bien para olvidar que los responsables de los atentados de la Rambla y de Cambrils fueron unos chavales criados en la Cataluña profunda y para seguir ignorando unos problemas que aquí se manifiestan de manera incipiente, pero que en Francia se han agudizado de forma preocupante.
Sí, puede que vea fantasmas, ¡pero la culpa no es mía!