Para cuatro días que va uno a vivir y como tiene embargados hasta los calzoncillos, Artur Mas ha decidido este verano tirar la casa (embargada) por la ventana (también embargada) y pegarse unas vacaciones chachi en las Baleares, inflándose de caldereta como si no hubiera un mañana, surcando los mares en yate y recurriendo a un jet privado para trasladarse a Ibiza. ¿Y éste es el mismo que pasaba la gorra hace unos meses para que los catalanes le pagaran la fianza?, se pregunta el ciudadano medio. Pues sí, le respondo yo, gracias a los patriotas que se rascaron el bolsillo en su momento, el hombre ha llegado al verano con los bolsillos llenos de billetes. Ya vendrá el invierno, pero, de momento, el Astut sigue el ejemplo de Paris Hilton y para él cada día es Nochevieja.
Lamentablemente, la gente es de natural rencorosa, por lo que el súper relajo del Gran Botarate se ha visto alterado por algunos incidentes no muy agradables. Pensemos en el vigilante de la playa --probablemente argentino; por motivos que no alcanzo a comprender, casi todos lo son-- que le pegó un chorreo por bañarse en una playa en que la bandera de turno lo prohibía explícitamente. O en los despiadados españolistas que lo divisaron desde su propia embarcación y empezaron a ponerlo de vuelta y media a gritos. Entre los “¡Viva España!” de rigor, se colaba algún berrido con mayor ingenio, como éste: “¿A quién le has robado el barco, cabrón?”. Ante el fervor popular que suscitaba a su paso, el Astut no se ha dejado ver mucho por tierra firme, y no me extrañaría que hubiese recurrido a unas gafas y una barba falsa para zamparse la caldereta de turno. En cualquier caso, la evidencia de que este hombre tiene una jeta de cemento armado no se le escapa a casi nadie (aunque supongo que los merluzos que le pagaron la fianza considerarán que el chaval tiene derecho a pasarlo bien con su dinero: hay gente para todo).
El principal responsable de la situación que ahora sufrimos en Cataluña es Jordi Pujol, pero después ya va el Astut, al que la CUP hizo un favor enorme cuando le obligó a dar su célebre paso al lado. De no ser así, ahora estaría en el trullo o en un país extranjero. No dudo de que se solidariza absolutamente con presos y huidos, pero lo hace mientras toma el sol en la cubierta de un yate, que siempre es más llevadero que sumarse a los papeos populares que se montan delante de las cárceles catalanas. A los indepes, en general, les parece muy bien, pues no he oído a ninguno que se queje de que el Astut se pega la vida padre mientras sus amigos están a la sombra. Normal, si tenemos en cuenta que la única ley que se respeta en Cataluña es la del embudo.
Recargadas las pilas, Artur Mas ya puede volver a su apartamento embargado de la calle Tuset y prepararse para la Diada, donde lo encontraremos, sin duda, a la cabeza de todos esos oprimidos orondos y bronceados que vienen de sufrir la represión española en Cadaqués. Y así daremos inicio a otro curso imbécil de una época imbécil en la que un mañana razonablemente soportable no llega nunca. Ya puedes ir planchando la camiseta de la Diada comprada en Can Partal, Astut, pero antes, podrías responderme a una preguntita, aunque resulte algo redundante: ¿A quién le has robado el barco, c*****?