Como Carles Puigdemont no puede ser investido presidente de la Generalitat porque en cuanto pise territorio español se va directo al talego, nos ha endilgado a Quim Torra, un esbirro de fidelidad perruna que, hasta el momento, solo presidía el club de fans del Capità Collons, pintoresco fascista catalán de los años 30 del pasado siglo. No contento con no dejarle elegir ni a un solo miembro de su gobierno --que no se le olvide que no es más que un interino, un becario con pretensiones--, también le ha dicho que ni se le ocurra ocupar su despacho, que, al parecer, es de su propiedad. Y Torra ha tragado con todo, pues está acostumbrado a ello desde que le tocó sustituir brevemente a la difunta Muriel Casals al frente de Òmnium Cultural. Vamos a ver ahora dónde nos colocan al correveidile, si en los lavabos del Parlament o, protegido por un biombo cuatribarrado, en algún rincón sometido a una corriente de aire criminal.
La cosa es como si Torrente, víctima de una resaca asesina en Benidorm, envía a Madrid a Paquirrín a recibir el premio al Machista del Año. Lo que está por ver es si nuestro Paquirrín de Blanes se instala en la actitud servil que le caracteriza o si, por el contrario, siguiendo el ejemplo de quien lo ha ungido, se viene arriba y le da por actuar por su cuenta. En ambos casos, el futuro inmediato es asqueroso para quienes no compartimos la idea de Cataluña de estos dos próceres. De momento, el primer discurso del antiguo custodio de pedruscos del siglo XVIII carentes del menor interés histórico lo sitúa en esa posición tan española del sostenella y no enmendalla.
Dice el becario supremacista que él está ahí para hacer realidad la república catalana en la que ya viven los de la CUP --que han quedado a la altura del betún al propiciar la investidura de un genuino facha catalán--, algo que equivale, no sé si es consciente, a dar los primeros pasos en dirección al talego. Según él, Cataluña vive una crisis humanitaria --el Astut ya se atrevió a comparar a los catalanes con las víctimas del genocidio de los armenios a manos de los turcos--, pues se ve que somos como los que se ahogan en la patera, aunque la única posibilidad de los independentistas para morir ahogados consiste en quedarse fritos en la bañera de su segunda residencia en el Ampurdán tras haberse excedido en el consumo de Melody.
Los indepes están más crecidos que nunca porque el 155 se ha aplicado tarde y mal a causa de la actitud pusilánime de don Tancredo Rajoy Brey. Cuando se reactive, habrá que hacerlo con mayor amplitud y contundencia. Mientras tanto, mucha paciencia, pues hay prusés para rato. La primera iniciativa de nuestro Paquirrín va a ser colgar un lazo amarillo de tamaño XXL en la fachada de la Gene, extraña manera de representar a todos los catalanes. Ya sé que haber nacido el Día de los Inocentes imprime carácter, pero no le obliga a colgarnos la llufa a todos sus conciudadanos.