Entre Tonis anda el juego. Hasta ahora, Toni Albà era el tuitero más tóxico y desagradable de Cataluña, pero otro Toni, aparentemente más sensato, amenaza con arrebatarle tan preciado galardón. Se trata del ex humorista Toni Soler, que hace unos días se preguntaba en Twitter, de manera retórica, si era un delito de odio desear que un camión atropellase a los miembros del Tribunal Supremo. Acababan de extender la estancia en prisión del beato Junqueras y a Toni no le había sentado bien la noticia. Supongo que le entró un calentón y se precipitó a soltar sus espumarajos en la red. Luego pidió disculpas, aunque con la boca pequeña y lamentando, sobre todo, que sus palabras pudiesen beneficiar al enemigo. Parece que Toni tiene enemigos, no adversarios, como cada día le sucede a más participantes de la revolución de las sonrisas.

Aunque no he vuelto a tener trato con él desde que me invitó, hace un montón de años, a su programa Malalts de tele, lo recordaba como un tipo simpático, cordial y con sentido del humor. Seguí pensando lo mismo cuando empezó Polònia, que fue al principio un buen espacio cómico que poco tenía que ver con lo que es ahora: un arma más del agit prop nacionalista disfrazada de programa humorístico. Supongo que el señor Soler se ha ido radicalizando a lo largo de los últimos años y que el patriota se ha impuesto al humorista que convivían dentro de él.

 

Supongo que el señor Soler se ha ido radicalizando a lo largo de los últimos años y que el patriota se ha impuesto al humorista que convivían dentro de él

 

Y tampoco descarto cierta preocupación por su futuro económico, ya que en TV3 están tiesos, le deben ciento sesenta y pico millones de euros al insaciable Montoro y peligra la producción externa. Toni Soler ha vivido divinamente gracias a TV3 durante mucho tiempo. Su productora, Minoria Absoluta, tiene actualmente tres programas en cartel, Polònia, Crackòvia y Està passant! Y, de vez en cuando, le enchufa a TV3 un largometraje, un documental o una miniserie, para redondear los ingresos. Como accionista del Ara no creo que se forre, aunque el diario haya recibido generosas subvenciones de la Generalitat. Si nos fijamos un poco veremos que Soler, como Puigdemont, ha visto financiada toda su carrera periodística por el erario público. Y sin la pasta de TV3, su nivel de vida se vería seriamente reducido, que es lo que nos pasa a los demás cada vez que chapa un medio de comunicación en el que colaborábamos.

Entiendo su preocupación económica, y hasta sus ansias de independencia, pero no creo que eso justifique desearle la muerte a nadie. No sé si es consciente de ello, pero se ha puesto al nivel de Vox, que consideraba un gran regalo de Reyes que Junqueras siguiera entre rejas. Ya se sabe que los extremos se tocan.