A veces tengo la impresión de que Oriol Junqueras no rige. Ahora se ha sacado de la manga la peregrina teoría de que el perverso Estado español es capaz de presentarse en su casa y echar de ella a patadas a sus dos vástagos, de cuatro y dos años, respectivamente. Solo le ha faltado añadir que las inocentes criaturas serían entregadas a continuación a un matrimonio estéril de Segovia que se encargaría de su educación hasta hacer de ellas personas de provecho, mientras su padre se pudría en la cárcel por sedicioso y su madre, desesperada, entraba en un convento.
¡Pero qué talento para el melodrama tiene nuestro Junqui! No recuerdo un dramón igual desde que Griffith rodó Las dos huerfanitas con las hermanas Gish. Y, además, ¿para qué tiene que meter a sus pobres hijos en un fregado que solo a él le compete? Si alguien puede pringar con esta historia es él, sintiéndolo mucho por el matrimonio estéril de Segovia. Y él se las apaña muy bien, de momento, para no hacer nada que le comprometa: se suponía que el martes, Junqueras y Romeva se ponían en marcha para adquirir las urnas del referéndum, pero yo no he visto que hayan firmado nada ni hayan emprendido ninguna iniciativa. A no ser que se trate de una iniciativa secreta, como insinuó el gran Turull, para que el malévolo Estado no se entere y tome represalias.
Junqueras se ha sacado de la manga la peregrina teoría de que el perverso Estado español es capaz de presentarse en su casa y echar de ella a patadas a sus dos vástagos, de cuatro y dos años
Lo del martes fue, pues, una nueva reunión de ésas en las que todos sacan pecho, se jalean entre ellos, sueltan abundantes groserías contra España y se van a casa con la satisfacción del deber cumplido. Igual, cuando tengan las urnas, nos informan por whatsapp. Y, mientras tanto, siguen las provocaciones de chichinabo, como la de poner a un energúmeno al frente de los Mossos d’Esquadra o emitir por TV3 el favorcillo de Jaume Roures al prusés en forma de documental (Las cloacas de Interior), que era de visión obligada, como demuestra la bronca que se ha llevado Iceta en las redes sociales por confesar que había preferido ver una de James Bond que echaban en otro canal.
Mientras crece la chulería de Cocomocho y sus secuaces, nadie hace nada que acelere el cansino proceso. Detecto mucho valor de boquilla y no tanto a un nivel práctico. En vez de hacer algo, documentales didácticos sobre la maldad intrínseca de los españoles y teorías delirantes sobre el robo de niños catalanes de jerarcas del régimen. El 1 de octubre a la vuelta de la esquina, y los unos por los otros, la casa sin barrer.