Lo que antes se definía como pasar el platillo (o la gorra) o poner el cazo, ahora atiende por el rutilante término anglosajón crowdfunding. La cosa consiste, bajo una apariencia solidaria en lo artístico o en lo ideológico, en que el pueblo te financie tus caprichitos. Se lleva mucho para financiar películas que no encuentran productor, y en Cataluña contamos con una figura relevante del fenómeno, la cineasta Isona Passola, que recaudó por ese sistema 300.000 euros para financiar su documental independentista L'endemà, que no costó más de 60.000, según las fuentes más exageradas (nadie sabe qué se hizo de los 240.000 restantes y nadie lo investigará, pues a ver quién es el guapo que le plantifica una auditoría a la Leni Riefenstahl de la Cataluña catalana).

Ahora, el crowdfunding llega a la política local con la brillante idea de Neus Munté de pasar la gorra para pagar los multazos que les han caído al Astut y sus secuaces, las señoras Rigau y Ortega y el Sabio de Taradell. ¿De verdad pretende la portavoz del Govern que nos creamos que todos esos padres (y madres) de la patria no pueden hacer frente al desembolso de la multa? ¿A qué viene esa socialización del sufrimiento? ¿Cómo puede lo que queda del partido del 3% pedirle a la ciudadanía que contribuya a saldar la deuda de esa pandilla con la justicia?

¿Cómo puede lo que queda del partido del 3% pedirle a la ciudadanía que contribuya a saldar la deuda de esa pandilla con la justicia?

Ya sé que el quedarse sin grupo parlamentario propio les ha hecho perder cosa de 700.000 euros anuales, según algunas estimaciones, y que lo de enviar a Quico al gallinero tampoco ha sentado muy bien. Pero el Astut y los suyos podrían tener la vergüenza necesaria para pagar sus propias deudas, en vez de pedirle a la gente del común que apoquine. Según la señora Munté, el sablazo colectivo es una muestra de solidaridad con los afectados y de reconocimiento de su gallardía (que consistió, como todos recordamos, en encogerse de hombros y echarles la culpa de todo a los voluntarios, que, al parecer, son seres incontrolables que actúan siempre por su cuenta, sin nadie que los azuce en la dirección deseada).

Este asunto del crowdfunding demuestra que el PDECat aún puede caer más bajo de lo previsto. Ya sé que no tienen mucho futuro, que están sin un duro y que igual se van al carajo en unos pocos años, ¡con lo que han sido!, pero dedicarse a poner el cazo para ahorrarles un gasto a una cuadrilla de apparatchiks pasa de castaño oscuro y atufa a jeta mayúscula y abuso sentimental del populacho. Nada me sorprende ya de la Cataluña actual, pero como el crowdfunding funcione y la gente afore unos eurillos, la cosa ya será como para exiliarse a Zamora, francamente.