Alborotado tenemos el gallinero separatista a raíz de las últimas bofetadas legales repartidas por la justicia española: al juez Vidal le han caído tres años de suspensión de empleo y sueldo por redactar constituciones de países imaginarios (tranquilos, que ya ha sido recolocado en el Senado para que se levante una pasta mensual por hacer lo mismo que el resto de sus señorías: nada); a Carme Forcadell le acaban de dar hora y no precisamente para la peluquería; y last but not least, a Quico Homs, también conocido por su prodigioso cacumen como El Sabio de Taradell, le han retirado el aforamiento y será juzgado como cualquier hijo de vecino por su participación en la cachupinada del 9-N.
Cuarenta años después de su muerte, Franco sigue sirviendo para un barrido y para un fregado
Con respecto a este último asunto, los políticos nacionalistas han reaccionado de la manera habitual, desplazándose en masa a Madrid, financiados por el contribuyente, como si fuesen la rama soberanista del clan de los Montoya. La comitiva, encabezada por el patriarca en activo, el tío Cocomocho, y el patriarca emérito, el tío Astut, no se componía exclusivamente de figurones del LQQDC (Lo Que Queda De Convergencia), sino también de espontáneos de mucho fundamento, como ese profesor de historia al que se le han encomendado los asuntos económicos de Cataluña sin que nadie entienda muy bien por qué, ese cantautor quejoso con gorrito que tanto nos recuerda al bardo del poblado de Astérix o el inevitable podemita que confunde el nacionalismo con el progresismo (en este caso, se trataba de ese señor de melena canosa que siempre lleva los pelos de punta, como si le asustaran las burradas que suelen salir de su boca, lo que no sería de extrañar).
Para defender a Quico, se ha recurrido a lo de siempre: tildar de franquista la democracia española. Cuarenta años después de su muerte, Franco sigue sirviendo para un barrido y para un fregado. ¿Qué alguien te lleva la contraria? ¡Llámale franquista! ¿Qué un juez te busca las cosquillas porque has hecho algo que no debías? ¡Franquista! ¿Qué un país se defiende de los que pretenden romperlo? ¡Pandilla de franquistas!
A ninguno de nuestros separatistas se le ocurre pensar que, igual, lo que queda del franquismo es el nacionalismo, sustituto del régimen dictatorial y con bastantes puntos en común
Curiosamente, a ninguno de nuestros separatistas se le ocurre pensar que, igual, lo que queda del franquismo es el nacionalismo, sustituto del régimen dictatorial y con bastantes puntos en común. Franco era un nacionalista español. Pujol, un nacionalista catalán. A partir de 1980, en Cataluña cambiaron la patria, el idioma y la bandera, pero seguimos con la misma mierda supremacista basada en el odio al vecino, pues el nacionalismo no es más que eso. Curiosamente, todos coincidimos en que Franco fue un dictador infame, pero algunos --desde la izquierda, encima-- consideran progresistas las iniciativas de Cocomocho, ya sea gratis, como el diputado de los pelos como escarpias, o cobrando, como el ínclito Ramón Cotarelo y demás amigos de Cataluña, ignorantes de que los restos del franquismo son ellos.