¿Nueva izquierda o vieja imbécil?
Tras la deriva neoliberal del PSOE, muchos esperábamos nuevas propuestas desde la izquierda, pero las que han aparecido dejan mucho que desear. Me refiero, claro está, a Podemos en el conjunto de España y a la CUP y la alegre pandilla de Ada Colau en Cataluña. Queríamos una izquierda nueva y nos han endilgado una izquierda viejísima, guerracivilista y teóricamente alternativa a la que se han apuntado, con un entusiasmo digno de mejor causa, miles de personas no muy sobradas de luces. Yo me he cruzado con algunas de ellas y me asombra su vehemencia y su súbita conversión al radicalismo: de repente, cualquier merluzo se declara antifascista y dice militar en la extrema izquierda. Y si le llevas la contraria, te cae ipso facto el sambenito de facha, que es el insulto más sencillo cuando lo de razonar es algo que nunca se te ha dado bien. Ah, amigos, ¡qué tiempos aquellos en que los tontos eran apolíticos o de derechas y la izquierda era el refugio natural de las personas cabales! Lamento informarles de que esos tiempos han pasado a mejor vida.
De repente, cualquier merluzo se declara antifascista y dice militar en la extrema izquierda. Y si le llevas la contraria, te cae ipso facto el sambenito de facha
La izquierda se nos ha llenado de ignorantes y sobrados que tienen respuesta para todo. ¿Pedro Sánchez? ¡El jefe de los social- traidores! ¿Albert Rivera? ¡El falangista del IBEX 35! ¿Pablo Iglesias? ¡El Mesías redivivo! ¿Ada Colau? ¡La síntesis perfecta entre Pasionaria y la madre Teresa de Calcuta! Y así sucesivamente. En caso de duda, consultar el catecismo progre que nunca hay que dejarse en casa y que siempre te señala lo que tienes que decir en cada ocasión. Y sobre todo, ¡no se te ocurra pensar por tu cuenta, que eso solo trae desgracias!
Yo ya entiendo que la traición de los sociatas y la inoperancia de lo que queda de los comunistas acabe conduciendo a nuevas visiones de la izquierda. De lo que me quejo es de que esas visiones no tengan nada de nuevas. Podemos me parece un partido de los años treinta que se ha equivocado de país y de época. La CUP, por su parte, ha llegado hasta los sesenta y de ahí no se ha movido, con su reivindicación de las comunas y la copa menstrual. ¿No hay otras alternativas de izquierda en este bendito país? Me temo que no, y una vez más recuerdo las sabias palabras de mi amigo Jaume Sisa, cantautor galáctico, cuando me quejé de que aquí solo se pudiera elegir entre el PP y el PSOE, entre una derecha cerril y una izquierda burguesa: "La política en España es como un restaurante de menú que solo ofrece pollo y conejo. Hay que elegir entre una cosa y otra. Y tú insistes en pedir langosta, que nunca ha figurado en el menú".