Nuestros queridos nacionalistas tienen una habilidad admirable para soltar lo primero que se les ocurre y darle valor de verdad revelada. Ejemplos: el 80% de los catalanes anhela un referéndum de independencia; la inmersión lingüística es un éxito total, reconocido en todo el universo; la guerra de sucesión (y la guerra civil, ya puestos) fue una contienda entre España y Cataluña. Y así sucesivamente. En los últimos tiempos se han puesto muy pesados --o un poco más de lo habitual-- con la teoría indemostrable --a no ser que se encarguen de autentificarla Bilbeny y Cucurull-- de que Quim Torra es el presidente número 131 de la Generalitat. De lo cual se deduce que el primero debe remontarse a los tiempos de Wifredo el Velloso o don Witiza. De hecho, lo que se pretende demostrar es que la Generalitat ya existía en el paleolítico inferior, cuando en la tierra solo había dinosaurios y catalanes.

No sé ustedes, pero a mí no me salen las cuentas. Pido públicamente ayuda al Institut Nova Història porque no me consta ningún presidente de la Gene anterior a Lluís Companys. De hecho, siempre he creído que la Generalitat, tal como la entendemos en la España democrática, solo ha tenido siete presidentes: Tarradellas, Pujol, Maragall, Montilla, Mas, Puigdemont y Torra. Pero como aquí todo tiene que ser milenario, pues se incluye en la lista a cualquier capitoste vetusto o líder tribal hasta lograr una cifra que impresione. No es lo mismo una institución con siete presidentes --nueve, si incluimos a Companys e Irla-- que una con 131.

Acostumbrados a celebrar cualquier fabulación, los separatas intentaron no hace mucho rendir homenaje a esos 131 grandes hombres iluminando la montaña sagrada de Montserrat --que irradia catalanidad, según le escuché decir un día a Mikimoto-- con la ayuda de un buen número de escaladores patrióticos, 131 en total, cada uno de los cuales debía depositar una vela en un punto determinado de donde Himmler fue a buscar el Santo Grial. La cosa se suspendió por posibles lluvias, pero el proyecto no se anuló, solo se aparcó. La noche del 30 de septiembre, para conmemorar la opereta bufa del 1 de octubre de 2017, se pondrá en marcha la iniciativa y Montserrat parecerá la tarta de cumpleaños de un jubilado reticente a diñarla. La idea, creo, es del propio Chis Torra; y si no lo es, podría serlo perfectamente, ya que todos tenemos la impresión de que le bullen por el cerebro todo tipo de epifanías patrióticas que no le dejan sitio para gestionar el día a día de la población.

Me parece muy relevante que la operación sea posible gracias a 131 excursionistas, plaga eminentemente catalana, como la de los castellers, los boletaires y, últimamente, los bomberos. El excursionismo le ha hecho mucho daño al mundo en general y a nuestro paisito en particular, donde ha convertido el agradable entretenimiento de triscar por el bosque en una cuestión de Estado (lo mismo que ha hecho con los castells). Ya la idea original del coronel Baden Powell, fundador de los boy scouts, dejaba mucho que desear, aunque a él le encantara estar rodeado de adolescentes uniformados: creo que, aprovechando la corrección política y los castigos en diferido, alguien debería revisar su expediente. En España, la OJE fue una asociación juvenil militarista en la que los chavales recordaban mucho a los que salían en la película de Leni Riefenstahl El triunfo de la voluntad: compañerismo viril, amor a la patria, sube y baja la bandera cada día… En Cataluña, la cosa era parecida, pero con coartada progresista al cambiar España por Cataluña. Yo me libré de los minyons de muntanya porque mi padre veía separatistas hasta debajo de las piedras (a veces acertaba), y de la OJE porque le debió dar pereza inscribirme en alguno de sus tétricos campamentos falangistas. Me considero, pues, un hombre afortunado. Otros no tuvieron esa suerte. Y 131 de ellos subirán a Montserrat dentro de unos días para colocar la velita de marras donde corresponda y contribuir a la nueva patraña del régimen: esos 131 presidentes --ni uno más, ni uno menos-- en cuya existencia hay que creer por fe y patriotismo. Ya puestos, podrían hacer algo útil y peinar la zona para ver si aparece el Santo Grial.