Ciudadanos salva la reforma laboral pactada por la CEOE y los sindicatos y sugerida por la UE para facilitar la llegada de los Fondos Europeos. Votaron en contra el PP-Vox y los insolidarios nacionalismos periféricos de ERC, Bildu, PNV, BNG. Una reforma laboral sin duda muy necesaria para modernizar nuestro sistema de relaciones laborales, facilitar la generación de empleo, abordar en profundidad los problemas de una alta tasa de temporalidad y que al mismo tiempo refuerza el papel negociador de los sindicatos.

Paso por alto los detalles del debate parlamentario y la aprobación posterior de la reforma laboral en el esperpéntico pleno vivido el pasado jueves 3 de febrero. Un esperpento que el PP intenta aprovechar como un elemento más de su estrategia para deteriorar la vida política, la legitimidad del ejecutivo y de las instituciones del país.

No podemos seguir así durante mucho tiempo. No podemos confiar que la llegada de los Fondos Europeos lo arreglarán todo, no se puede gobernar un país entre el permanente chantaje de los nacionalismos periféricos claramente reaccionarios, anclados en utopías regresivas y una oposición en permanente campaña electoral, sin ningún sentido de Estado, que pone todo tipo de trabas a la recuperación económica y que milita en el “cuanto peor, mejor”.

Vivimos en una España donde los extremos marcan la estrategia de los partidos centrales. Una España amordazada por los que quieren romper la nación o los que añoran una España que ya no existe. A un lado, los confederales y sus aliados del soviet carlista, al otro, los que añoran la cutrez del franquismo. “Media España ocupaba España entera / con la vulgaridad, con el desprecio / total de que es capaz, frente al vencido, un intratable pueblo de cabreros”, como versó Gil de Biedma.

UP liderada en la sombra por el radiofónico Iglesias, aprovechará la coyuntura para convencer al PSOE que hay que cuidar a sus socios de investidura, no provocarlos y acceder a sus peticiones. Su objetivo es evitar a toda costa que el Gobierno y el PSOE ocupen la centralidad socialdemócrata, reformista y europeísta. El principal objetivo de UP es escorar al PSOE hacia el bloque confederal, alimentar la polarización y la tensión permanente. Para este proyecto necesita apoyarse en partidos pretendidamente de izquierda como ERC, Bildu, BNG..., nacionalistas insolidarios que aspiran a destruir el proyecto de la España constitucional.

En la otra orilla, como consecuencia de una sociedad muy polarizada surge Vox, un partido de ultraderecha que representa no solo el franquismo sin complejos, sino que también recoge gran parte del voto identitario español y el de la antipolítica. El PP aterrorizado y atrapado por el avance de Vox, intenta competir con el partido ultra en una espiral sin sentido que le lleva a negar la legitimidad del Gobierno de España, intentando su desprestigio en la sede de la UE.

En la periferia los insolidarios nacionalismos jugando permanentemente a confrontar con el Estado que los acoge. Ejercen el monopolio identitario en los territorios que consideran de su propiedad. La utopía regresiva de los nacionalismos que dificulta la construcción de una España plural y diversa de ciudadanos libres e iguales. Incluso la Comunidad de Madrid dirigida por una locuaz lideresa populista se ha convertido en un particularismo más que intenta imitar y superar a los periféricos.

España ya no es la nación moribunda que denunciaban algunos intelectuales en el pasado, una nueva nación surgió del pacto y del encuentro de la Constitución del 78. El franquismo y la España de las sombras fueron derrotadas por la Constitución.

Como escribió don Manuel Azaña, "la República era la ley, el orden, la convivencia, la democracia y a esos valores había entregado su vida”, hoy esos valores los encarna la monarquía constitucional.

Necesitamos combatir la ensoñación de una izquierda desnortada que identifica las particularidades y lo regional con la causa de la libertad en detrimento de la idea de España. Ensoñamiento absurdo que nos conduce al axioma que para reconocer la pluralidad y la diversidad territorial hay que acabar con la España nación. Las fuerzas progresistas y reformistas deben reconstruir un nuevo relato de una España donde “los trabajadores de toda la clase” abanderados de los valores universales de la solidaridad y la justicia social no sean sustituidos por masas dirigidas cuyos sentimientos son manipulados, ensimismados con falsas identidades culturales, territoriales, sexuales o de cualquier otra condición.

El PSOE y el PP deben volver a ocupar el espacio central de la política española. Personalmente pienso que el PSOE a pesar de sus carencias y contradicciones está en mejores condiciones de hacerlo, para ello sin duda deberá liberarse de sus ataduras actuales. Más difícil lo tiene un PP gritón con un líder sin reconocimiento, profundamente incompetente, acomplejado ante Vox y temeroso de que una presidenta regional demagoga y populista le expulse de su sillón.

Necesitamos que nuestra clase dirigente entienda que solo se puede gobernar el país desde la centralidad y la política. Esa es nuestra última esperanza. La nación española siempre ha conseguido salir adelante a pesar de sus extremos.