Pensamiento

El valor moral de Dolores

14 mayo, 2016 00:00

Hay actitudes y gestos que no tienen precio. Son espontáneos y libres, y con ellos no se busca otra cosa que estar a bien con uno mismo. Se podría decir que nacen por dignidad personal. Se hace 'lo que hay que hacer', sin vanidad y sin darse importancia. A menudo se echan en falta estos comportamientos, necesarios pero excepcionales. Esto es síntoma de un problema social que resulta insuperable, y evidencia la importancia de ser pragmáticos.

Sucede que la integridad moral se paga en ocasiones con represalias que van más allá de amenazas, injurias y difamaciones; a veces incluso con la vida

Sucede que la integridad moral se paga en ocasiones con represalias que van más allá de amenazas, injurias y difamaciones; a veces incluso con la vida. Podemos calibrar entonces la hipocresía que impera en determinados grupos de poder y de presión. Algunos se escandalizan cuando quieren, cuando les viene bien, y hacen ruido sin permitirse un atisbo de ecuanimidad. Exageran lo negativo que puedan hacer 'los otros', y disfrazan sus propios errores, disparates o maldades. A diestra y siniestra, hay organizaciones que de las trampas pasan al sectarismo. Hay que hablar con claridad de la mentira sistemática y de la búsqueda de la verdad. Su distinción es fundamental para que los ciudadanos puedan ser libres de mente y rechacen la manipulación. Las mentiras basan su poder en que salgan a cuenta y sean creídas, pero son débiles por la incoherencia y contradicción que encierran. Las apariencias pueden intimidarnos y desalentarnos para expresar una discrepancia razonada. La angustia de que no haya otra opción.

Pienso ahora en Dolores, una catedrática que dirigía el Instituto Público Pedraforca de L’Hospitalet. Se negó a cumplir la orden de la directora de los Servicios Territoriales de Educación de ceder las llaves de su centro para que se acogiera en sus locales la consulta de la Generalitat a favor de la separación de Cataluña del conjunto de España. En el tercer intento, a última hora, se le ofreció incluso la orden firmada, para que accediera: "Pero no se la enseñarás a nadie, ¿verdad?". Dolores dijo que sí, que la enseñaría. Ya no le llegó el escrito. Acabó siendo el único instituto que el Govern no logró abrir el domingo 9 de noviembre de 2014. Unas semanas antes, Dolores ya había solicitado la jubilación, que le llegaría en enero, al cumplir 60 años. Le llovieron mensajes que otra persona no hubiera soportado. Así, la calificaban de retrasada mental, inculta, analfabeta, bruja que merecía ser quemada en una hoguera. Una violencia psicológica para agredir, herir, silenciar, destruir, aniquilar. En su reciente libro 'La carrera hacia ningún lugar', Giovanni Sartori ve la violencia más allá del uso de la fuerza, como "una forma brutal de hacer daño".

Le llovieron mensajes que otra persona no hubiera soportado. Así, la calificaban de retrasada mental, inculta, analfabeta, bruja que merecía ser quemada en una hoguera

Dolores Agenjo acaba de publicar un libro, '¡SOS! Secuestrados por el nacionalismo', en el que trata de estas cosas y de otras más. Tiene amplios fragmentos biográficos, pero no se ha decidido a escribir unas memorias. En su casa escuchaban Radio Pirenaica y fue muy próxima a la trotskista LCR, los llamados lecerrones. En las primeras elecciones democráticas votó al PCE y luego al PSOE, pasando a la abstención en 1989. Sus padres eran manchegos y vinieron a Barcelona en los años cincuenta, a trabajar. Por exceso de barracas y chabolas, unas 15.000 personas fueron obligadas a retornar a sus lugares de origen del resto de España. Dolores recuerda un párrafo de los estatutos de la AMI que reproduzco de su libro: "Sabemos que, en Cataluña, el trabajo, la ciencia, las artes, el pensamiento siempre han estado en la vanguardia de la realidad y del sentimiento del pueblo, en contraposición a la dedicación de las élites españolas de habla castellana, dedicadas a la gran administración, el ejército y la judicatura". Ellos y nosotros, pero en plan fatuo y odioso.

Antes de tomar la decisión que la ha dado a conocer, Dolores era ya una persona con conciencia del robo de una rica herencia que se iba perpetrando, sin apenas resistencia, desde el poder central de la Generalitat: "El nacionalismo, con su odio y su intolerancia, puede lograr algo que, por todos los medios, debemos evitar, que los que nos sentimos españoles dejemos de sentirnos catalanes, que nos contagien su fanatismo y su rencor".

Por su ejemplo y por su entereza, yo beso la mano de esta mujer que tuvo el valor de hacer lo que creía que debía, y superó "el miedo a convertirse en enemigo de sus amigos o amigo de sus enemigos", parafraseando a Viggo Mortensen.