El despertar de una doctrina. Este punto de partida marca la llegada de Sánchez Llibre a la presidencia de la gran patronal catalana, Foment del Treball Nacional. Desembarca con la fineza del que viene a sumar y se saca de la chistera a su nuevo colaborador Xavier Cima, pareja de Inés Arrimadas, la figura política que, a fuerza de radicalidades dialécticas, ha perdido el tren, como fille d'alliance del mismo Sánchez Llibre.
El nuevo líder empresarial encaja en la Ejecutiva de la patronal al ideólogo de cabecera, Jordi Alberich, nudo de comunicaciones comparable al que fue Manuel Ortínez (Una vida entre burgesos, Edicions 62), en el ultimo desello textil de los Garí, Bertrand i Serra o Sedó. Alberich tendrá el papel de enlace con los think tanks. El ex director general del Cercle d'Economia será la liaision entre la patronal y el mundo abigarrado o liviano (según se mire) de la sociedad civil catalana. Foment vuelve a empezar. Lo hace después de un periodo de intentos por parte del expresidente Gay de Montellà, albacea intelectual de su abuelo Ferrer-Vidal, que presidió la organización empresarial durante la etapa suntuaria del tancament de caixes (1899), en la Barcelona del Doctor Robert.
El ex número dos de Unió Democràtica vuelve a casa, recuperado como hombre de empresa para la causa del reformismo y los paños calientes ante las grandes corporaciones, que deslocalizaron sus sedes en el momento más duro del procés. Lleva en su bitácora la economía social de mercado, (fundamentada en 1945 por el canciller Ludwig Erhard y el estratega Alfred Müller-Armack), motor del milagro alemán, hijo del ordoliberalismo (liberalismo sociológico) y de la visión social cristiana, reforzada en 1967 por la Populorum progressio del cardenal Montini (Pablo VI). Con Sánchez Llibre vuelve aquel “tercer camino”, síntesis del progreso social y la libre iniciativa que regeneró el europeísmo, desde Konrad Adenauer hasta Helmut Kohl.
Angela Merkel, pese a todo, queda fuera del modelo de referencia del que también se excluyen los democristianos catalanes del "morro fort", como Joan Rigol y Núria de Gispert; el primero por su ruptura a favor del nacionalismo ayatolójico y la segunda por su talante antidemocrático, decantada por la independencia sin matices y ajena al dolor de muchos. Cuesta poco imaginar a Josep Antoni Duran Lleida, el líder indiscutible de Unió, sentado junto a su herencia (Entre una España y la otra) y comprobando que al fin se hace justicia con la capacidad regeneradora del mejor catalanismo moderado. Foment no es precisamente el sufragio universal, pero sí representa, sin lugar a dudas, al mundo de las hegemonías construidas por el sufragio censitario del ochocientos, sobre el que Francesc Cambó condujo a las élites por un camino de certidumbres y progresos. Digamos que Joan Rosell, el ingeniero que presidió la gran patronal catalana y a la misma CEOE hasta hace pocos días, ha dejado el camino bien arado para Sánchez Llibre. Rosell fue hijo natural del pasado (Alfredo Molinas) e hijo putativo del futuro (Carlos Ferrer-Salat); y, más allá de sus diferencias ideológicas con las mayorías encuadradas en el mundo del trabajo, deja una estela envidiable de buen gobierno.
El guion corporativo de la patronal será el primer obstáculo de Sánchez Llibre, empezando por sus vices, Joaquim Llansó (Cambra de Contractistes, crisol de la opacidad), Joan Roget (Fedequim, la química fácil del cracker y los polímeros) o Maria Helena de Felipe (la mediopensionista de Fepime, que ha dejado en la estacada a la Cecot vallesana y estelada de Antoni Abad). Y así hasta un total de 24 vocales entre los que no faltan las sombras del pasado, Joan Gaspart y Enric Reyna, hotel y ladrillo, herederos del sindicato vertical; y naturalmente, el incombustible Baldiri Ros, del retardatario Sant Isidre, la Cataluña rural y tradicionalista, hecha de estandartes, mesas camillas y juegos florales. Pero Sánchez Llibre podrá con todo. Su paciencia franciscana proviene del mejor lobbismo económico en el Madrid de las cámaras legislativas, en las que desafió al mismísimo Houdini en el arte de parecerse a Miquel Roca. Él ha sido el modelo de Carles Campuzano, actual llanero solitario en la Carrera de San Jerónimo.
Cuando más que nunca el capitalismo necesita reinventarse para continuar siendo hegemónico, Foment lo pone a prueba. Otro democristiano, Michel Albert, lo teorizó hace mucho en su libro Capitalismo versus capitalismo (Ed. Paidos), dando por sentados dos modelos: el del beneficio cortoplacista y el sistema que combina crecimiento con protección social. Este segundo, al que la Alemania del CDU y la Italia de De Gaspari reconocieron como el mejor capitalismo, es también el socialismo renano, una forma de Tercera Vía, cuyas bases doctrinales debutan ahora en la gran patronal.