Jaume Roures es el Prenafeta de nuestro tiempo, aunque el primero mete la mano en el cazo con mayor elegancia que aquel prehistórico secretario Coloma del Santo Oficio. Cuando hace algunas semanas, en la reunión anual del Cercle d'Economia, en Sitges, un amigo muy cercano a Roures me interrogó sobre el secreto de Mediapro (el actual holding Imagina), yo me encogí de hombros. ¿Sabes en qué consiste este secreto?, me preguntó. Pues francamente, no (contesté). "Pues muy fácil, hombre" --sentenció mi amigo--, "Roures sabe cuánto vale retransmitir un partido de fútbol en cualquier punto del planeta". Ah, acabáramos; Roures fija precios en el mercado del gol igual que Merrill Lynch lo hace en Bolsa; es un maker, un trainer, bueno no, un adivino. Pues tampoco, porque resulta que lo que hace es sobornar a dirigentes del fútbol, en EEUU y en países periféricos, a cambio de los derechos de retransmisión. Digamos que fija precios por el cuento de la burra: san paganini y al saco.
El pufo se descubrió hace un tiempo. Pero el caso es que ahora, Imagina está bajo la lupa del Departamento de Justicia de EEUU, después de pactar un acuerdo de culpabilidad por pagos irregulares a directivos de la FIFA y de federaciones de fútbol en el Caribe y Centroamérica a cambio de derechos. No por conocido, el caso resulta menos impactante, especialmente en un momento en que el Grupo Mediapro acaba de cerrar, con el nihil obstat de Pekín, la venta de una participación mayoritaria a Hontai Capital. Y ahora, ¿qué dirán los chinos malpagadores y tardíos? Hannibal ad portas o el peligro acecha.
Roures es este hombre de ojos opacos y yemas afiladas que se mete en el Fifa Gate por un quítame allá esas pajas y que, paralelamente, gestiona con autoridad la quincalla de ferias en el declive del independentismo. Lleva en la sangre el arte de la simulación. Le va lo de dirigir películas, pero ya les digo que, como actor, ganaría un Oscar. Podría pasar por un coronel de los ustachi, los croatas que lucharon contra el mariscal Tito en la ex Yugoslavia, o reinventar, en el terreno abonado catalán, una nueva Gran Serbia llevada por la infatuación de los patriotas totalitarios. No es Milosevic, aunque haberlos haylos, también aquí. Él se empeña en combatir dialécticamente a la España turca, aunque los españoles nos desborden en eficiencia, mientras nosotros morimos de autocomplacencia. Si quienes le corean siguen así, pronto seremos una nueva frontera entre el latín y el cirílico.
El conglomerado Mediapro admite haber pagado sobornos a Jeffrey Webb, exvicepresidente de la FIFA y expresidente de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf), a cambio de los derechos de emisión de los partidos clasificatorios para los Mundiales de 2018 y 2022 en el Caribe. ¡Puro Fifa Gate, señores! Así de claro; Roures conoce bien, como decía mi amigo en el Cercle, la formación de precios. El primer factor del coste es la mordida, que siempre será convenientemente repercutida en la tarifa final del usuario. Hemos vuelto a las mejores épocas del sector negocios de Convergència, aunque esta vez el asunto no tiene el toque chusquero de antaño. Ahora, el pilla pilla de Roures, con el FBI rozándole los talones, se cierra en inglés, sobre el entarimado playero de las Caimán. Pero lo que no ha variado es la estrategia de defensa. Si el negocio promete, aplicamos el silenzio stampa del calcio italiano; pero cuando nos acusan, sacamos el trapo y ponemos a cien el martirio patriotero. ¿Y qué les dice ahora Roures a los suyos cuando le pescan?: detrás de todo hay españolistas, como la magistrada Carmen Lamela ¡Manda huevos! En Cataluña, como en Ulán Bator, las hordas no luchan hasta que alguien las turba con aviesas intenciones. "Siempre la misma obstinación de los salvajes por conservar su identidad", ha escrito el historiador francés Jacques Julliard.
La holding Imagina Media Audiovisual es fruto de la integración de Globomedia y Madiapro. Las autoridades judiciales de EEUU han aceptado el programa de compliance de la empresa, una vez que esta ha aceptado haber realizado los sobornos, pero advierten de que la tutela afecta también a los directivos, altos cargos, consultores, plantilla, personal externo y socios de la matriz Imagina. El control implica a todo el árbol empresarial investigado, como lo hace la SEC de Wall Street cuando pide datos a las empresas cotizadas. Quienes hayan trabajado en una multinacional lo saben bien. Tatxo y Roures no son tan únicos como ellos creen.
La empresa matriz de Mediapro ha admitido en el acuerdo alcanzado con la Fiscalía que se produjeron sobornos o pagos irregulares a directivos de federaciones de fútbol de países como Honduras, Guatemala, El Salvador y Costa Rica. Para ello se utilizaron facturas falsas y cuentas en paraísos fiscales, como Panamá. Y la trama criminal se organizó desde el cuartel de Media World, filial de Imagina, en Miami (EEUU). Es demasiado. Los maestros de ceremonias del último ensayo indepe pillan como cosacos, pero sin alborotar. Piensan quizá que los demás, abrumados por el ruido de fondo de los jóvenes bárbaros de los CDR, no les veremos mientras practican el deporte de Arsenio Lupin, el ladrón de guante blanco.
Los poderes facticos del procés han tratado infructuosamente de encontrar entre las filas nacionalistas a su Pétain catalán, para utilizarlo de títere. Quieren un Doriot, amigo de la ocupación, para que se funda antes del asalto final a la Bastilla. Pero los dos últimos les han salido ranas, Puigdemont por excesivo y Torra por haber descubierto las ventajas del coche oficial y de la vida muelle. En tiempos de paz se perpetra la guerra. En Cataluña, las tribus indepes han abandonado el decoro; y uno de sus cabecillas, Jaume Roures, díscolo de la IV Internacional, trata de reforzar con malas artes el monopolio del entretenimiento. Pues esta vez le han trincado.