"La tarde del viernes se había desarrollado con toda normalidad en el Panamá tropical hasta que Andrew Osnard irrumpió en la sastrería de Harry Pendel y pidió que le tomasen las medidas para un traje. Cuando Osnard irrumpió en el establecimiento, Pendel era una persona. Cuando se marchó, Pendel no era ya el mismo". Así empieza la conocida novela de John Le Carré (la cita es de Guelbenzu), titulada El sastre de Panamá. Osnard, un espía decaído del MI6 británico, inventa una conspiración geopolítica para inundar de dinero a Pendel, que como sastre del presidente del país, tiene acceso a información confidencial.
En Panamá convergen el corazón del negocio opaco y el suelo de sátiras sobrecogedoras. Sus bufetes de ingeniería fiscal se cruzan con jugosas cuentas en Suiza, Andorra, Gibraltar, Belice o las Islas del Canal. Y si en vez de entrar en persona a una de estas firmas, el cliente envía su firma electrónica, corre el peligro de aparecer en los Panamá Papers, ahora denominados Pandora Papers, justo lo que le ha ocurrido Xavier García Albiol, alcalde de Badalona, una ciudad en la que el edil tiene consenso. Hombre elegante de mirada altiva, Albiol se ha metido en un charco. El expresidente del PP catalán recibió un poder general para gestionar la sociedad Luverne International a través de una firma de Andorra, en 2005, cuando ya era un alto cargo en el partido. Los poderes de Albiol y el de su socio Ramon Riera, concejal de Sanidad en Badalona, fueron tramitados a través del despacho de abogados Alcogal, en 2005. La offshore estuvo activa hasta el 9 de diciembre de 2015. Ahora, lo tiene mal: sus contrincantes ultiman una moción de censura que le desalojará de la alcaldía. Y la posición del PSC es clave porque el PP gobierna en minoría con 11 ediles, frente a los 16 restantes repartidos entre PSC, Guanyem, ERC, En Comú Podem y Junts.
La suerte está echada, pero la crème badalonesa considera que volverá a su palestra porque los legitimistas no han sido capaces de encontrar una alternativa, después de los fracasos de Dolors Sabater (Guanyem) y Àlex Pastor (PSC). La Badalona de Albiol llegó a la xenofobia cuando lanzó una campaña contra los inmigrantes rumanos, asesorado por Iván Redondo, el penúltimo monclovita. El vacío popular de los socialistas fue llenado entonces por el populismo de Albiol, hasta el punto de concitar el anhelo de los que bajan a las playas, se dan un baño, cenan mirando las olas y suben a pie hasta las altas torres de hormigón de los barrios periféricos. Todo sin mácula de temor y entonando la estrofilla de Serrat (... en invierno y en verano, con mantilla y barretina, a la sombra o al solano...). Por ser panameño vocacional, Albiol tendrá --pienso-- un sombrero Jipijapa, hecho de paja cubierta de fina toquilla. Al exbaloncestista de la Penya --el Juventud de Badalona-- no le falta buen porte y luce ternos de caña larga.
Después de negar el bombazo --"no se nada…me quedo pasmado" dijo el alcalde ante los Papers del Consorcio Internacional de Periodistas--, el edil ha reconocido su vinculación a la offshore que le señala: "Es cierto que recibí en 2005 unos poderes para llevar a cabo actividades empresariales en Centroamérica con una serie de personas, que nada tiene que ver con la política y nada tiene que ver con el PP". Pero entre la primera versión y la segunda hay una malquerencia exagerada; un fallo de comunicación de los que te cuestan el cargo. Sin cometer ningún delito, Albiol se ha convertido en el indiano que "llega de Ultramar con oro y plata", como se decía en la España de los Austrias. El país del canal, un melting pot inventado por Washington, es la nación del bendito traficante Noriega, espurio sucesor de Torrijos, el coronel de la isla Contadora y amigo del difunto Fidel, que no pasó de comandante en jefe.
Como Osnard y Pendel en la novela de Le Carré, Albiol es un náufrago de la Costaguana de Conrad. Solo que el alcalde no zozobra en medio del Caribe ni se siente acechado por el contraespionaje. El inventor de su ciudad convertida en república independiente está a punto de renacer como un electrón libre al que la calle pronostica, para después del socavón panameño, un acomodo delante del mismo mar y bajo los mismos soportales. La política es una especie de almoneda en la que los cargos se destinan a los amigos. Salvo que uno tenga saque y smash en el momento del voto. Y Albiol, en Badalona, los tiene.