El teletrabajo no es un nuevo invento. Desde hace años, las empresas tienen a su disposición los medios necesarios para implantarlo en sus actividades diarias. No obstante, hasta el pasado mes de marzo, casi todas descartaban usarlo o lo aplicaban escasamente, aunque en la mayoría no fuera necesaria la proximidad física entre trabajador y cliente o proveedor. Las principales excepciones eran las grandes corporaciones y las compañías tecnológicas.

Una apreciación corroborada por Eurostat. En 2019 solo lo utilizaban habitualmente un 4,8% y 6% de los trabajadores españoles y de la zona euro, respectivamente. Su descarte no era por un elevado coste, sino debido a la pérdida de control de las tareas de los empleados.

La mayoría de los directivos creían erróneamente que el teletrabajo disminuía la productividad de los trabajadores. Por dicho motivo, su incorporación en el convenio de la empresa era casi siempre una petición de los sindicatos y una concesión de la dirección. No obstante, usualmente solía estar restringido a un día a la semana o incluso a tan solo dos al mes.La pandemia ha cambiado su percepción. Por necesidad, ya que la disyuntiva era trabajar desde casa o no hacerlo, las empresas lo han aceptado y han quedado satisfechas con la experiencia. Por tanto, aunque en el futuro serán una minoría las plantillas que siempre lo utilicen, en los próximos años crecerán sustancialmente los asalariados que combinarán trabajo presencial y en remoto. Por tanto, el teletrabajo no será una moda pasajera, sino una distinta manera de trabajar que generará grandes cambios laborales, sociales, medioambientales e inmobiliarios. Algunos de ellos serán los siguientes:

1) Trabajo por objetivos. En numerosas empresas españolas, la productividad de sus empleados es escasamente valorada. Casi siempre porque no saben como medirla. Por eso, muchos jefes consideran que un asalariado cumple con su labor, si tiene pocas bajas y realiza mensualmente algunas horas más de las que le corresponden, sin cobrar por ellas. El teletrabajo acabará con dicho tipo de valoración, al ser el horario realizado por los trabajadores más difícil de controlar. El número de horas de estancia en la empresa será progresivamente sustituido por la calidad y cantidad de las tareas desarrolladas. Una medida más equitativa que impulsará su productividad y ayudará a genera un mayor crecimiento anual de los salarios.

2) Deslocalización de la mano de obra. El teletrabajo elimina las distancias físicas y facilita la contratación de empleados radicados en el extranjero que, desde sus casas o una sede de la empresa en el exterior, presten sus servicios a clientes españoles. Indudablemente, el objetivo es la reducción de los costes laborales. En los últimos años, la atención telefónica, la contratación de viajes y el alquiler de vehículos, para desplazamientos desde una ciudad a otra de nuestro país, muchas veces ya es realizada por un foráneo desde el exterior. En los próximos, no sería nada extraño que los bancos, las aseguradoras e incluso las grandes consultoras tomaran decisiones similares.

3) Atracción de talento. El trabajo en remoto permite a numerosas personas vivir donde desean, en lugar de donde se sitúan los clientes de la empresa. Una característica que facilita la atracción de empresarios, emprendedores y profesionales cualificados por ciudades con muchos servicios y una elevada calidad de vida. Dos aspectos que probablemente explican por qué Barcelona es la capital de las start-up del sur de Europa.

4) Distribución más uniforme de la población. El trabajo a distancia disminuirá el número de familias residentes en un municipio únicamente por temas laborales. Los urbanitas continuarán en la gran ciudad, pero muchos de los amantes de la naturaleza y los que desean vivir cerca del mar podrán trasladarse a núcleos rurales o localidades con playa. Indudablemente, no compensará residir en uno situado a más de 100 km, si el empleado debe ir a la empresa cinco días a la semana, pero probablemente si lo haga si ha de desplazarse dos o tres. La demanda de vivienda aumentará en las anteriores ubicaciones y muchas segundas residencias se convertirán en primeras.

5) Un beneficio para el medio ambiente. El teletrabajo reduce los desplazamientos desde casa y hacia otras urbes por motivos laborales. Por tanto, reduce la contaminación y mejora la salud de las personas. Su progresivo desarrollo ayudará a implantar una economía verde y a cumplir los objetivos medioambientales establecidos por la Unión Europea para 2050.

6) Disminución de los costes de las empresas. Para las compañías, el teletrabajo constituye un ahorro y un dispendio. El primero proviene de la menor necesidad de espacio de oficinas. El segundo de proporcionar a sus empleados los recursos necesarios para operar en remoto y sufragar los consumos (luz, Internet, teléfono, etc.) imprescindibles para realizar sus funciones. Por regla general, el ahorro supera con creces al gasto. No obstante, este último puede ser nulo si el trabajo a distancia se sitúa por debajo del 30% de la jornada durante tres meses y el convenio en vigor no determina ninguna compensación a los trabajadores.

7) Crisis estructural en el mercado de oficinas. El trabajo desde casa a jornada completa de algunos empleados, a tiempo parcial de otros y la conversión de muchas reuniones presenciales en virtuales provocarán que las empresas necesiten menos espacio y éste sea más flexible. Una segunda característica que las llevará a pagar solo por el utilizado. 

La última prestación la ofrecen los coworkings, pero no las oficinas convencionales. Por tanto, es previsible la sustitución de una gran parte de las segundas por los primeros. Ambos potenciarán su oferta, mucho más de lo que lo hacen ahora, en las mejores calles del centro de la ciudad. El principal motivo será una más fácil accesibilidad a un mayor número de medios de transporte, pues los trabajadores llegarán a sus empresas desde numerosos municipios, algunos de ellos situados a una distancia muy superior a la que están aquéllos donde actualmente residen.

En definitiva, la actual pandemia es un gran desgracia, ya sea desde una perspectiva sanitaria como económica. No obstante, todas las crisis tienen algún aspecto positivo, principalmente si adoptamos una visión a medio plazo. En la actual, uno de los más importantes será la progresiva implantación del teletrabajo.

Una diferente manera de trabajar que bien regulada puede favorecer a las familias, las empresas, el medio ambiente y repartir más equitativamente la población por el territorio. Si así sucede, para muchos ciudadanos la vida post Covid –19 no será peor de lo que era, sino sustancialmente mejor.