Cuánto me alegro de que ahora todo el mundo sepa que existe el puente de la C-31 que atraviesa Badalona y que más que puente es frontera entre la gente que importa y la que no. Más que puente es cicatriz, que casi ya no se veía, pero su existencia misma es el recordatorio de la existencia de ciudadanía de primera y de segunda.

Por eso cada vez que veo hablar del asunto a botarates parásitos inútiles como Alberto Garzón, exlíder de Izquierda Unida, o a cualquiera de sus adláteres basuriles hablando de la situación de Badalona cuando llevan años viviendo como marqueses a nuestra costa, queriendo dar lecciones de moral, esa gentecilla cuyo único objetivo en la vida es seguir pisando moqueta y sin dar palo al agua, se me revuelve el estómago y hasta el alma.

Me alegro de que por fin la gente hable del puente de Badalona. Muchos badaloneses llevamos muchos años haciéndolo. Yo misma, aunque sea poco elegante la autorreferencia, lo hice en El Taquígrafo en un artículo recogido luego en el libro Paqui La Taqui, titulado Badalona, la ciudad partida. Lo escribí al hilo de la sucesión de violaciones que se produjeron en el Centro Comercial Màgic, que por cierto está a escasos 200 metros del instituto ocupado B9 y del actual “asentamiento improvisado” debajo del puente.

Pero quién se acuerda ya del Màgic y de las víctimas… En aquella ocasión, la infausta consellera de Feminismes de la Generalitat, Tània Verge, salió corriendo literalmente de Badalona, sin acercarse siquiera al barrio.

Debe ser costumbre, porque la actual consellera de Benestar Social de la Generalitat, consellera de lunes a jueves porque en realidad vive en Madrid, directamente ni se ha asomado a San Roque, no vaya a ser que… Eso sí, no se corta un pelo en criticar a mis vecinos de Santo Cristo y llamarles de todo junto con Alberto Garzón y la caterva de mamandurrias, a los que luego van a pedirles el “voto obrero” con toda su santa jeta, sin un gramito de vergüenza torera.

Otro dato que no lo ha dado ningún dizque periodista de estos que se están dedicando a escribir piezas lacrimógenas sobre el tema, con mucho morbo, pero con cero investigaciones y aún menos contexto, es que la situación de la ocupación del B9 lleva así desde el 2018. Pero que antes de ser un equipamiento ocupado, era un instituto al que ningún adolescente de Badalona queríamos ir.

En ese instituto se reflejaban todos los problemas del barrio en el que se encuentra; esto es, pobreza, violencia, delincuencia, inseguridad y cero recursos para gestionar una situación más que delicada. Y por eso cerró en 2011. Exactamente igual que ahora.

Otro dato más que ningún plumilla ha tenido a bien comentar es que ese edificio y con él, esos cientos de personas, está a menos de 500 metros del polígono industrial más grande de Cataluña de import/export de confección asiática; es decir, proveedores de productos de imitación que nutren luego el top manta, de donde surgen organizaciones tan siniestras como el llamado “sindicato de manteros”, que alguna vez alguien debería mirar en serio.

Esas personas no llegan a ese edificio y se mantienen en él por casualidad, sino que son conducidas a ese lugar en concreto y, obvio, de algo viven y comen los que allí intentan pasar como pueden los dos años de residencia ilegal que, paradójicamente, son la llave para obtener la residencia legal en España, gracias a nuestra criminal ley de extranjería, que debe ser una de las peores leyes que haya dado la historia de la producción legislativa universal.

Y de esa posibilidad es de la que se aprovechan las mafias de trata de personas, que trafican con seres humanos, a los que esta campaña de la pena de la gente de debajo del puente les viene estupendamente. Los Estados serios no van por ahí dando pena.

He leído que quedan casi cien personas bajo el puente de la C-31, personas que “han rechazado la reubicación”. La pregunta es clara: ¿cuáles son las razones que llevan a alguien a rechazar la reubicación cuando su ubicación actual es pasar frío a la intemperie? La respuesta, más clara aún, a saber, que la decisión no la está tomando el propio afectado libremente, sino que es muy probable que esté siendo incentivado con dinero o desincentivado por una deuda que tiene que pagar.

Mientras, nuestro Gobierno central no ha hecho absolutamente nada al respecto, más que mandar a Cruz Roja, una multinacional de la desgracia ajena que no da gratis ni el saludo, pagada por todos. No es la primera vez que el Gobierno hace política a costa de la tragedia humana ajena y prefiere no hacer nada por la gente solo por la posibilidad de desgastar al rival. Y tengo noticias: ni le salió en Valencia, ni mucho menos le va a salir en Badalona.

Cada vez que un comunista o izquierdoso caviar llama fascistas a los vecinos de Santo Cristo, Albiol gana 50 votos. Cada vez que los llaman racistas, 100 votos. Y cada vez que alguien pregunta cuántas mezquitas se han ofrecido a acoger a sus feligreses, ya que el 99% de los “desahuciados” son musulmanes, y la respuesta es ninguna, 1.000 votos más para cualquiera que no quiera tomarle el pelo a la ciudadanía.

Si ayudamos, ayudamos todos, pero eso no pasa y estos políticos meten lo que ellos consideran sus “mierdas” debajo de la alfombra del más pobre, porque, total, los pobres son tontos y brutos, no son como ellos, cultos y refinados, y van a votar a la “izquierda” aunque presenten a una farola remilgada, y si su barrio ya está degradado, un poco más de problema del que no se van a volver a ocupar, qué más da.

Con los desahuciados de Badalona ha pasado igual que con la solidaridad con el “pueblo palestino”, que ha venido muy bien en estas fechas tan tiernitas para que la gente superguay que nunca hace nada por nadie se sienta estupenda hablando del tema, criticando a los garrulos de Badalona, pero todo cuanto más lejos mejor. Muy navideño todo…