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Núria González opina sobre las comidas navideñas

Núria González opina sobre las comidas navideñas

Pensamiento

El Sientamadres

"Está la actualidad política y social rebosante de temas de conversación con el suficiente potencial todos ellos de poder crear cismas familiares más gordos y duraderos que el del Papado de Avignon"

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Está la actualidad política y social rebosante de temas de conversación con el suficiente potencial todos ellos de poder crear cismas familiares más gordos y duraderos que el del Papado de Avignon. Y teniendo en cuenta que se acerca la maratón de sobremesas que más parecen un campo de minas, les vengo a proponer la solución definitiva a esos conflictos tan incómodos.

En estas cercanas mesas navideñas que ya nos amenazan implacables, haga usted que su madre se siente la primera y que se levante la última. Practique el “sientamadrismo y conspire para que sea su nueva nuera la feminista la que se tenga que levantar a quitar los platos junto con su sobrino el forocochero cuarentón divorciado y fracasado. Evitará así la ocasión de dejarles tiempo ocioso junto a demasiado alcohol para que se tiren los trastos a la cabeza. En lo que friegan ollas y sartenes seguro que no se les ocurre discutir sobre Rubiales. Más bien, criticarán al resto de comensales por haberles endiñado tan ardua tarea y, con suerte, no volverán el año que viene. Paz y ahorro. Qué más se puede pedir.

Los niños y niñas también son una pieza importante en el mantenimiento de la cordialidad navideña familiar. Madres, siéntense y observen el espectáculo que es que sus padres, tíos o hermanos mayores sean quienes azucen a esos pequeños seres y los obliguen a colaborar. Que experimenten lo que es sentirse físicamente útil y, quién sabe si quizá le cogen el gustillo a dejar de freírse el cerebro con sus pantallitas. Siéntense, madres, y propicien que los primos y primas más pequeños se organicen entre ellos para una tarea productiva. Volverán a descubrir que tus primeros más mejores amigos son siempre tus primos.

Y, sobre todo y por encima de todo, madres, siéntense y ordenen con mano de hierro que maridos y cuñados se vayan a tirar la basura juntitos justo después de recoger la cocina. En lugar de facilitar su momento de café, copa y puro que acaba en pelea futbolística o política, que vayan a darse un paseíto hasta el contenedor más cercano. El aire fresco seguro que les baja el calentón de la discusión estúpida y de paso, el globazo del exceso de alcohol que su cuerpo ya no tolera.

Madres, siéntense. Y háganlo no sólo porque ya les he explicado que es lo mejor que pueden hacer por la paz social familiar. Sino, sobre todo, porque ya les toca. Porque la sobrecarga de trabajo doméstico, físico y mental que conlleva la época navideña se lo comen ustedes solitas prácticamente en su totalidad. Si a eso le sumamos el desgaste y el cansancio de todo el año que ya llevan encima, apaga y vámonos.

Así que siéntense y, si funciona y todo se resuelve, bien. Y, si no, y se acaban agarrando de los pelos entre yernos sabelotodo y primos posmodernos, pues que se agarren. Disfrute del espectáculo y el resto, que se apañen. Y si el año que viene se ahorra al forocochero o a su prima la repipi, pues mejor. A más gambas por cabeza tocan, que al precio que van no es poca motivación.

Siéntense y pasen todas una feliz y cómoda Navidad.