Parecía que en cualquier momento alguien diría: “Perdón, nos hemos equivocado”. Y que la gala, celebrada en el espacio Sohrlin Andalucía —buen branded content el que nos coló ahí Antonio Banderas, aunque ya sabemos que forma parte del juego—, retomaría el hilo para darnos a conocer el nuevo (o los nuevos) restaurantes con tres estrellas Michelin de la Guía 2026.

Pero mientras pensábamos eso y achacábamos el error a Jesús Vázquez, presentador del gran evento, que no estuvo en su noche más lúcida, y eso que lleva décadas de televisión a sus espaldas, la realidad era que el guión Michelin seguía según lo previsto. Este año no hay nuevos triestrellados, y punto.

La decisión no ha gustado en general al sector —algunos chefs lucieron más enfadados que otros— y eso se puede leer como un toque de atención. Los rumores, como cada año, apuntaban a que uno de los 16 triestrellados del país, consolidados en el olimpo gastronómico, perdería uno de sus brillos —igual que Michelin ha hecho en Estados Unidos con el caso del chef Grant Achatz—, pero eso no ha sucedido.

“No quitamos estrellas, pero tampoco regalamos ninguna”. Podría parecer el aviso de la guía roja. Implacables, siempre.

Y aquí nadie se libra. Días después pude escuchar, por esas casualidades del periodismo, el mensaje que se daba al equipo en una cocina triestrellada. Algo así como “las tres estrellas no se mantienen, se ganan cada año, así que a seguir trabajando”.

Hay que esforzarse y continuar buscando la excelencia, ese es el discurso. Un discurso que este año ha funcionado bien en Cataluña —y eso que nos alegramos—, ya que ha logrado colocar en el podio de las dos estrellas a cuatro restaurantes: Enigma, Aleia y Mont Bar, todos ellos en Barcelona, además de La Boscana, el único que sale del entorno urbano para llevarnos hasta el pueblo de Bellvís, en Lleida.

Lo de Enigma era casi un reclamo popular, y se notó en el auditorio malagueño. Se aplaudió intensamente y hasta el mismo Albert Adrià bromeó (o ironizó) sobre ello. Más inesperado fue lo de Mont Bar y en el patio gastronómico se escuchan estos días todo tipo de comentarios: que si solo es un bar, que si no tiene el espacio que merece un dos estrellas… Hay que volver allí y ver lo que se cuece o lo que se cocerá a partir de ahora —en Hule y Mantel lo contaremos próximamente—.

Más allá del éxito de Cataluña —la comunidad autónoma que más estrellas ha recibido, en total seis—, y en concreto de la ciudad de Barcelona, que también ha logrado colocar en la Guía 2026 dos nuevos restaurantes con una estrella, Kamikaze y SCAPAR, el reparto de este año parece que haber quedado algo más justo.

Si en la guía 2025 hubo 36 nuevas estrellas, en esta ocasión solo se han entregado 30 (sin contar las estrellas Verdes, claro, que ya no sabemos muy bien dónde colocarlas). Por lo que eso, sumado a la ausencia de un nuevo triestrellado, suena más a ligera amonestación que a gran fiesta de la gastronomía patria (por lo menos para algunos). Veremos con qué nos sorprende el año que viene la guía, aunque seguro que de la posible caída de un triestrellado volveremos a hablar. Una y otra vez.