Zohran Mamdani, alcalde electo de Nueva York Efe
Mamdani, el nuevo Ayuso de Manhattan
"No sé muy bien en qué fastidia a Trump tener la excusa perfecta para seguir polarizando la situación, dando entrada al juego político a un 'alter ego' que, fuera de Nueva York, en EEUU solo genera rechazo"
Asisto desde hace días a un mal chiste, que no por esperado y repetido lo hace menos patético: la “autofelicitación” de la presunta y autodeclarada izquierda española por la elección como nuevo alcalde de Nueva York de un señor que se autodefine como “socialista y musulmán”.
Veamos. Yo no recuerdo haber sabido nunca qué religión profesaban ninguno de los anteriores alcaldes de Nueva York, ni siquiera Giuliani, el rabo verde sobador que estaba hasta en la sopa. Y no lo hemos sabido porque ninguno de ellos ha utilizado esa faceta para definirse como algo fundamental. Por tanto, no rebajemos el asunto falazmente. Si el señor Mamdani se define como musulmán como su primer atributo, es que es importante para él.
Por ejemplo, si me preguntaran a mí, yo diría que soy feminista y justiciera, porque esas son las dos cosas más importantes dentro de mis valores, el feminismo y la justicia, ya que ambas garantizan el valor máximo de la libertad, y todo lo que hago desde que me levanto hasta que me acuesto se rige por esos dos conceptos.
Por lo tanto, tenemos que entender que, si el señor Mamdani es una persona normal, le pasará lo mismo.
Sin embargo, en su caso hay un problema, que es que los dos conceptos con los que se autodefine son opuestos en sí mismos, o al menos lo eran hasta que el pijoprogrerío y el neocomunismo de salón nos invadieron y destrozaron, enarbolando la bandera woke.
La socialdemocracia que se inventó Olof Palme y otros tantos se basa en la igualdad de oportunidades para alcanzar la justicia social, sin tratar al individuo como si fuera imbécil y, de ese modo, tener una ciudadanía libre, que pueda dedicarse a pensar y a criticar y no solo a resolver el problema de cómo va a sobrevivir.
Obvio, si el señor Mamdani se declara “socialista y musulmán”, o no es socialista o no es musulmán, porque su religión parte de la base de que la mitad de la población, las mujeres, no tienen los mismos derechos que los hombres por el hecho de ser mujeres (en algunos sitios no tienen ni derecho a la vida), así que eso ya lo invalida como socialdemócrata.
Por tanto, y como no podemos olvidar que en Estados Unidos la socialdemocracia tiene la misma existencia que los unicornios voladores o los enanitos verdes del bosque, me inclino por pensar que lo que no es es socialista y sí, musulmán.
Y ahora viene lo patético del asunto. Hoy no me voy a dirigir a los señores comumachos o a los sanchifans, de los cuales no espero nada y a los que les zumbo cada semana. Hoy es para mis queridas congéneres, algunas de las cuales cada día están más perdidas.
Sabiendo que hubieran puesto el grito en el cielo si el nuevo alcalde de Nueva York hubiera sido un judío ortodoxo, un mormón radical o hasta un amish, las veo fascinadas porque un miembro practicante de la religión que representa la amenaza más seria contra nuestra propia existencia como mujeres libres alcance grandes cotas de poder.
¿Dónde tienen la cabeza? En breve debajo de un velo o un burka como no se espabilen, pero por el momento te dicen con sonrisa pintada que “había que votar a Mamdani para fastidiar a Trump”, que es la versión agringada de la españolada “al menos no gobierna la derecha”.
Y yo me pregunto si le dedican tres minutos a razonar o ya son zombis del wokismo que solo repiten el mantra de turno.
No sé muy bien en qué fastidia a Trump tener la excusa perfecta para seguir polarizando la situación, dando entrada al juego político a un alter ego que, fuera de Nueva York, en EEUU solo genera rechazo (como se ha visto en estas elecciones, por ejemplo en Mineápolis), y que a Trump le sirve de acicate perfecto para mantener su perfil y seguir afianzando a sus seguidores, ahora con un ejemplo práctico de “que viene el lobo”, exactamente igual que como el PSOE y Pedro Sánchez utilizan en España a Isabel Díaz Ayuso para escenificar su “que viene la derecha”.
Y para seguir, el señor Mamdani es, al menos, igual de machista que Trump, y lo demuestra con toda la agenda transgenerista, pro-prostitución y woke que trae completada debajo del brazo. Es como si dijéramos que Pablo Iglesias es menos machista que Santiago Abascal. El patriarcado feliz y algunas aplaudiendo.
Y no quiero acabar esta pequeña columna sin referirme a los auténticos artífices de cualquier victoria electoral en EEUU: los dólares. Pero esta vez han sido invertidos más soezmente si cabe en pagar a consultores políticos que han basado su campaña en imágenes prácticamente de cómic, con muchos colorines y dibujitos que son casi un plagio de la estética de los Beatles del Yellow Submarine, dirigida a un público sub-normal.
Cuando hace un par de años hicieron lo mismo con uno de los símbolos más icónicos de Nueva York, la serie Sexo en Nueva York, y la convirtieron exactamente en el mismo aborto “intelectual” que ha sido la campaña de Mamdani, las mujeres, que son el 99% del público fan de esa serie durante años, la rechazaron de plano y tuvieron que acabar con la producción de mala manera. Las mujeres no compraron el bodrio.
Ahora, como vota todo el mundo, pues han comprado la basurilla de la secuela, con posibles consecuencias para la ciudad que aquí en Barcelona conocemos bien.
Me quedo con que, a pesar de algunas lunáticas, cuando las mujeres tienen la voz mayoritaria, ciertos desastres se paran.