Es imposible no entender el arte sin enmarcarlo dentro del mayor mecenas que ha tenido la gran mayoría del arte europeo: la iglesia. De hecho, es ampliable al arte anterior a la creación del cristianismo. El arte egipcio, el mesopotámico, el grecorromano y un largo etcétera también han bebido de las correspondiente y diversas deidades. Y a falta de iglesia, el estado.

A raíz de mi anterior columna, el del cisma de Belorado, no he podido sino mirar un ejemplo más próximo, pero no por ello menos parecido. Si en el de Burgos el negocio jurídico subyacente era el pastizal que puede costar el monasterio de Belorado, no podemos si no recordar el cirio (no pascual) de los murales de Sijena y Cataluña.

El Tribunal Supremo ha ordenado a Cataluña devolver a Aragón una de las mayores joyas de la pintura románica. Me refiero a los 120 metros cuadrados de las pinturas murales de Sijena expuestas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) de Barcelona.

En su resolución, el Supremo rechaza la pretendida validez y legalidad del acuerdo suscrito entre la Generalitat y la priora del Monasterio de Valdoreix (Barcelona), al que se desplazaron a principios de los años noventa del pasado siglo las pocas hermanas sanjuanistas que permanecían en Sijena.

El argumento legal es un poco pueril, todo sea dicho ya que el Supremo da como hecho probado que no consta en ningún documento que la priora de Valdoreix en nombre del Instituto Religioso de las Hermanitas de Belén ostentara la representación jurídica de la comunidad de Sijena, por lo que no consideran válida la transmisión patrimonial que suscribió para facilitar la permanencia de los bienes del monasterio en Cataluña. Una vez más, las monjas vuelven a ser las protagonistas.

La Generalitat, muy cuidadosa con todo lo que puede significar dinero para las arcas catalanas, sea o no propiedad de Cataluña, ha contestado al Supremo que los informes técnicos avisan que es imposible trasladarlas sin dañarlas de forma irreparable. Pero ¿cómo aparecieron en Cataluña esos murales?

Las pinturas fueron arrancadas de la sala capitular de Sijena en 1936 por parte de un equipo liderado por el responsable del salvamento del patrimonio durante la Guerra Civil, Josep Gudiol. En el MNAC se exponen desde 1961 tras ser restauradas. Es decir, volvemos al inicio de los tiempos: la guerra y su derivada el expolio, son las mayores fuentes de incremento de patrimonio.

En este caso, fueron los catalanes de aquella época los que  —en nombre del salvamento del patrimonio (en este caso ajeno) decidieron agenciarse los murales y sin tanta parsimonia arrancarlos de la sala principal del monasterio de Sijena para traerse el botín a Barcelona. Y todo ello sin que Franco dijera nada.

A la ciudad de Barcelona no le venía de nuevas la ayuda franquista: en el decenio anterior el F.C. Barcelona fue rescatado de la quiebra por el régimen franquista en 1951 y en 1954. Actualmente nadie se quiere acordar de eso ya que el club culé siempre, de toda la vida ha sido el estandarte de la oprimida Cataluña. Si en 1936 los murales fueron arrancados a la brava, digo yo que con las métodos actuales, será más fácil devolverlos a su sitio original. De hecho, las técnicas más comunes son el strappo, stacco y stacco a massello.

Actualmente se usan proyectores para mayor seguridad. Lo jocoso es que la propia web del MNAC explica con todo lujo de detalles como se trasladó la parte más importante de la colección de pintura mural del museo en una operación llevada a cabo mucho antes de 1936, fecha del expolio de Sijena.

Resulta que entre otoño de 1919 y 1923, se adquirieron el resto de las pinturas románicas de Santa María de Mur (Lérida) porque las otras se habían vendido. Las restantes fueron arrancadas de su soporte original (los muros de las iglesias) y se trasladaron a Barcelona, donde se fijaron en otro soporte y se prepararon para ser expuestas en el museo donde aun permanecen. La técnica usada entre 1919 y 1923 fue la del strappo. La Generalitat catalana solo encuentra pegas cuando tiene que desprenderse de alguna obra, pero no cuando la expolia.

¿Por qué esa diferencia de criterio de la Generalitat catalana entre lo que entra y lo que debe salir? Para responder la cuestión basta con volver al clásico del derecho: 'follow the money' o sigue la pasta. ¿Valor de los murales de Sijena? Entre 150 y 1.000 millones de euros. A menos obras de arte, menos subvenciones, menos turistas, menos entradas de dinero y más puestos de trabajo que se pueden amortizar.

Sin embargo, en un ejemplo claridad en las cuentas catalanas (uno más y llevamos…) el número de personal del MNAC no se especifica en las fuentes disponibles. El museo es un consorcio formado por la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Barcelona y la Administración General del Estado, y que el Patronato es su órgano máximo de gobierno.

Las obras del Museo Nacional del Prado tienen un origen diverso que se remonta a los siglos XVI y XVIII, principalmente a través de la colección de los Reyes de España. Además, el museo ha enriquecido sus fondos con adquisiciones, donaciones y legados, así como con obras provenientes de otras instituciones como el Museo de la Trinidad y el Museo de Arte Moderno. Hechos y no palabras.