Las multitudes oceánicas vuelven a las finanzas. Jaleadas esta vez por la unanimidad política del arco parlamentario catalán y por un empresariado propenso a atizar el fuego patrio, aunque se mueva en el alambre.

La oposición a la OPA del BBVA sobre el Sabadell recupera en parte el ambiente de otros momentos de tirantez, como la recuperación, en los 90, del esqueleto de Banca Catalana por parte del BBVA, cuando la corriente de Neguri se hizo con la entidad catalana, acorralada entonces por las actas del Banco de España que habían certificado su hundimiento.

Emilio Ybarra, señor del hierro y las finanzas, colocó a Pedro Fontana en la cima de Banca Catalana convertida en filial. Y con el tiempo, la marca, fundada por Florenci Pujol y su hijo el expresident Jordi, se inmoló.

No es el caso. Porque ahora, el Banco de Sabadell de la mano de Josep Oliu emerge con números inmejorables, aunque la retribución del accionista sea mejorable. Y cabe pensar que el precio de las acciones en el canje propuesto por el BBVA, debería inclinar la balanza a su favor. Pero aparece Pedro Sánchez y propone la consulta que llenará las calles de gente rechazando la OPA, como ocurrió, mutatis mutandi, la tarde ya lejana en que la causa contra Jordi Pujol en Banca Catalana fue archivada con el voto mayoritario del TSJC.

El Consejo de Ministros analiza la OPA hostil del BBVA sobre el Sabadell teniendo en cuenta el criterio de “interés general”. Punto en boca. El Ejecutivo, que tiene un plazo de 15 días hábiles para analizar la operación tras el informe positivo de la CNMC, podrá así “recabar la opinión de organizaciones, ciudadanos y asociaciones”, dijo Sánchez en las jornadas del Cercle d’Economia.

“Sánchez nunca falla” atestigua Manel Pérez en La Vanguardia; y, francamente, el más listo de la clase tiene siempre una bala en la recámara; la rapidez del presidente es compatible con la aceleración mental de Lamine Yamal antes de dar el pase con el empeine exterior. Llegó el comandante y cambió el guion. Ni el sociovergente vocacional Salvador Illa lo esperaba tan ágil, aunque sepamos de buena tinta que fue el actual president de la Generalitat quien inventó el argumento.

Las grandes marcas de la banca española quieren más. Nuestros bancos recibieron, en 2024, 8.000 millones de euros del Banco de España por los depósitos de 200.000 millones depositados en el banco central español; remunerados a un tipo del 3,7% y sin riesgo alguno. Obtuvieron un beneficio de 16.000 millones de euros por sus actividades en España, remarca Andreu Missé en El País. Mutis por el foro de José Luis Escrivá, el gobernador.

Ya les regalamos media España al refinanciar Bankia -se la quedó CaixaBank, limpia de impurezas- con dinero de nuestros impuestos. Ahora, uno de los grandes, BBVA, quiere agregar aquí valor ampliando su actividad comercial. ¿Se puede medir el buen gobierno de una entidad con la voluntad de su entorno social? No. ¡Pero si quieren la OPA, que la paguen con un canje muy favorable a los accionistas del Sabadell y que añadan una prima!

No será así. La OPA hostil de Carlos Torres nace amortizada. La sociedad civil afrancesada y su aparente monchalance (apatía), se imponen. Josep Oliu pujolea, y gana.