Europa aspira a ser el jardín de la señorita Pepis en medio de la jungla mundial. Con menos del 5% de la población del planeta, y bajando, creemos que podemos salvar a la humanidad de sus males, cuando difícilmente diagnosticamos los nuestros. La obsesión por prescindir de los combustibles fósiles es un ejemplo.
Nuestros políticos y burócratas se empeñan en poner puertas al campo con una ruta que acabará prohibiendo los motores de combustión interna, las calderas de gas… hasta hemos demonizado las estufas de los bares.
Alguien debe pensar que Europa está aislada del resto del mundo por una enorme valla transparente que nos aísla de la contaminación que produce el 95% restante de los seres humanos, es decir, todos los que no son europeos. Pensamos, ingenuamente, que el cambio climático arrasará todos los continentes, menos la vieja y decadente Europa gracias a las acciones aisladas y deslavazadas que emprendemos, aún a costa de hacer aún menos competitiva nuestra ya agonizante industria.
Si de verdad va a haber cambios estructurales en el medio ambiente, el Mediterráneo estará muerto, lo mismo que las costas de Alemania o Reino Unido, hagamos lo que hagamos con las estufas de las terrazas de los bares de Barcelona.
Pero además del sinsentido climático, y económico, de las decisiones europeas sobre el cambio climático, tampoco las tienen desde el punto de vista de autonomía y soberanía energética. Si algún día la única fuente de energía fuese la eléctrica, seríamos extraordinariamente vulnerables. Un sistema eléctrico se mantiene por naturaleza en un frágil equilibrio debido a que no sabemos almacenar de manera eficiente energía eléctrica y no han sucedido grandes catástrofes porque Dios es bueno, pero muy probablemente pasarán.
Las llamaradas y tormentas solares alteran el campo electromagnético terrestre, y pueden tumbar el sistema eléctrico en un mal día. Los cyber malos, sean terroristas o ejércitos enemigos, pueden atacar los sistemas eléctricos, dejando un país paralizado. Apostar todo, todo a la energía eléctrica es una insensatez.
Y tan insensato como el absolutismo eléctrico es depender solo de fuentes renovables. Parece que no sepamos que hay días nublados o donde no se mueve una brizna de viento. España es uno de los países con mayor porcentaje de generación renovable, el 56% en 2024. Pero hay días en los que las renovables suponen el 80% de la generación (por cierto la media del 81% es el objetivo 2030), y días en los que no llega ni al 10%. De nuevo por seguridad se necesitan otras fuentes.
Mientras Europa vuelve a encender las centrales de carbón y las nucleares, en España volamos, literalmente, las térmicas y nos apresuramos a cerrar las nucleares. Cerrar una central nuclear es una de las mayores estupideces que puede hacer un político. Se puede discutir su conveniencia en el momento de invertir. Son centrales caras, que implican inversiones serias también en la infraestructura de su entorno.
Pero una vez que están en funcionamiento no contaminan, el gasto mayor está hecho y generan empleo de calidad. Son fiables y sus riesgos son dos, la gestión de los residuos, y para eso existe un sistema europeo perfectamente organizado, y el riesgo de accidente.
Chernóbil o Fukushima son dos ejemplos de accidentes. El primero fue una mezcla de poco mantenimiento y, sobre todo, incompetencia. El segundo se debió a una inundación por un maremoto, algo poco esperable en estos lares. No hay ninguna razón para el cierre, salvo la ideológica trasnochada sustentada por el populismo cuando no por una cierta indigencia intelectual y científica.
El suministro eléctrico de un país es algo muy serio y muy estratégico. Estructurar la política nacional sobre votos de ecologistas poco informados carece de sentido. El plan energético nacional, como el plan hidrológico nacional, se tienen que elaborar por técnicos de alta cualificación que luego se refrenden mediante pactos de Estado. Todo lo demás es demagogia barata. Y me temo que en ello estamos, trabajando sólo para las siguientes elecciones, pero nunca para las siguientes generaciones.