La presidente del Santander dio en Davos una lección de cómo gestionar a un dirigente tan impulsivo como predecible en sus intervenciones. Ana Botín interactuó con Trump de manera inteligente, cosechando incluso los elogios del primer mandatario de los Estados Unidos.
Es altamente probable que los valores de uno y otra sean muy distintos, pero supo poner los intereses de su entidad por delante y salió más que airosa del envite, algo que los más de 17.000 empleados y los cinco millones de clientes del Santander en Estados Unidos y, sobre todo, sus accionistas tienen que agradecer.
Por el contrario, el presidente de nuestro Gobierno se empeña en liderar una gesticulación que no lleva a ningún lado. Cierto es que como presidente de la internacional socialista le toca ser visible ideológicamente, pero para nuestras exportaciones e intereses en general, no nos interesa nada.
Trump no confundió a España con Sudáfrica al englobarla en los BRIC, sino que quiso provocar porque sabe que no nos gusta que nos saquen de Europa y nos metan en otros sacos. Posicionarnos con Venezuela o con Hamás no puede traer nada bueno.
Tiene su gracia que un economista de banca de inversión acuñase términos para facilitar la venta de productos a sus clientes que luego han pasado al lenguaje popular. Jim O’Neill, actualmente barón y miembro de la cámara de los lores, agrupó en 2001 varios países con economías similares para que sus clientes invirtiesen en “cestas” de activos de zonas del mundo en lugar de países individuales.
Poco a poco los BRICS y los PIGS traspasaron el mundo de la banca de inversión y calaron en el lenguaje cotidiano, alterando también su composición, pues ni Sudáfrica ni Arabia Saudí estaban inicialmente entre los BRIC, ni Irlanda en los PIGS, pero el acrónimo ya tiene vida propia y se usa a conveniencia.
El aviso de Trump a España es muy claro: tenemos que invertir más en Defensa o nos puede dejar colgados cuando lo necesitemos. España es el país de la OTAN que menos porcentaje de su PIB dedica a Defensa, menos incluso que Luxemburgo, que no tiene ni siquiera Ejército.
Trump pide el 5% del PIB, la OTAN el 3%, mientras nosotros no pasamos de un pírrico 1,2%, cifra que no va a cambiar a corto plazo, para empezar porque 2025 parece que será, de nuevo, un año sin presupuestos pero, además, los socios de gobierno no parecen muy dados a que crezca el gasto en Defensa.
Pero tan importante o más que incrementar dicha inversión es el hecho que España tiene que espabilar para renovar y mejorar los acuerdos con las bases norteamericanas en suelo español, especialmente la de Rota. Los norteamericanos, ninguno, se cortan un pelo a la hora de defender sus intereses, y Rota les importa mucho. O nos entendemos… o nos harán entender.
En cualquier caso, fueron el actual presidente y la actual ministra de Defensa los que firmaron en 2023 un convenio de ampliación, por lo que no debería haber más problemas que la demagogia de algún socio de Gobierno.
Si los norteamericanos se decantasen por potenciar bases en Marruecos en detrimento de Rota, entonces sí que tendríamos un serio problema. No es baladí recordar que ni Ceuta ni Melilla estarían protegidas por la OTAN en caso de ataque por un tercero.
Ha sido paradigmática la “resistencia numantina” del presidente de Colombia a la deportación de emigrantes ilegales de su país. Tras rechazar la llegada del primer avión, ya en vuelo, emitió un comunicado incendiario… que se comió en cuestión de minutos.
Probablemente le llegaron amenazas creíbles sobre su persona y reculó rápidamente, porque él mismo dijo que los aranceles no le preocupaban. Más le vale que quien se oponga abiertamente a Trump no tenga nada que ocultar en manos de la CIA, porque de lo contrario, la pose les va a durar lo que a Cataluña su independencia en 2017.
No son formas, es cierto, pero no hay que negar que la “diplomacia” de Trump, de momento, es eficaz. Y muy probablemente sus primeros movimientos están muy calculados, encontrando en Petro la victima propiciatoria que ha servido de aviso para todos quienes se quieran oponer a los deseos de Trump.
No es una señal baladí que en la primera semana de la nueva Administración, el Secretario de Estado (Ministro de Exteriores) o el propio presidente ha contactado a 34 países, alguno de la “relevancia estratégica” de Ruanda.
Eso, que se sepa, no ha ocurrido con España, 14º-15º país por PIB, cuarta economía de la UE, enclave estratégico en el Atlántico y puerta del Mediterráneo. Declararse adalid de la democracia, como si los 75 millones de norteamericanos que votaron a Trump estuviesen abducidos, identificar su presidencia como una amenaza, y reafirmar la fe woke no ayuda en nada a nuestro país.
Trump podrá tener muchos defectos, pero se le ve venir. Quiere que Estados Unidos deje de ser el pagafantas de muchas entidades multilaterales porque el mundo ha cambiado. EEUU paga más del doble que todo el resto de los socios de la OTAN juntos y el 28% del presupuesto de la ONU.
Trump odia el gasto público, y más si es para misiones que no le importan. Su concepto de la pax americana es diferente, puede que más burdo, pero la diplomacia con él será sencilla, aunque cara. Nos tocará pagar más, y algunas entidades multilaterales van a sufrir bastante, lo cual no siempre es malo dada la hipertrofia e inoperancia que han alcanzado.
Trump es un rey de la gesticulación, por lo que con él habrá que gestionar y olvidarnos nosotros de gesticular.