Entre los muchos embustes que hacía circular el Govern de los golpistas (Junts y ERC), el lector recordará uno de los más abyectos…
…o quizá no lo recordará, acaso ya lo ha olvidado, pues nuestra memoria dispone de este recurso de borrar los recuerdos desagradables que, si estuvieran siempre presentes en la conciencia, su turbio caudal nos impediría vivir aceptablemente: tendríamos del mundo una idea demasiado desagradable, de la misma manera que la conciencia tiene la facultad, que aplica rigurosamente, de borrar, en cuanto nos despertamos, las imágenes de los sueños caóticos y confusos y tan vívidos que acabamos de tener…
El lector recordará, o no, decía, que después de los atentados terroristas del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils, el Govern de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, junto con su conseller de Interior, Joaquim Forn, y además las entidades títere Òmnium Cultural y ANC, y además la radio y la prensa servil, difundieron insinuaciones y sospechas, en realidad acusaciones veladas, a la Policía Nacional de conocer previamente y haber cerrado dolosamente los ojos ante los preparativos del imán Abdelbaki Es Satty y su pandilla de jovencitos asesinos en el nombre de Alá.
Supuestamente Es Satty era un confidente del Centro Nacional de Inteligencia, y este estaba al corriente de sus sórdidos manejos, pero no avisó a la policía catalana para que los atentados se produjeran y así despistar al Govern de su rápida marcha hacia la independencia (que de todos modos se proclamaría al cabo de unos meses, con los resultados que todos sabemos).
Tales insidias que responsabilizaban de las acciones terroristas a la policía cuya misión precisamente es obstaculizar el crimen, llevaban más lejos, y ciertamente hasta extremos desgarrados, el discurso de que “España nos roba”: no solo nos robaba, sino que nos mataba mediante uno de sus confidentes.
La policía no intenta frustrar los atentados islamistas, sino que los alienta y respalda con interesada pasividad.
Para el caso de que esa acusación a la policía de complicidad con los bárbaros atentados –formulada con la pertinente cautela para evitar fulminantes demandas judiciales–, actualización casera y desmañada de la burda teoría de la conspiración en los atentados del 11 de marzo de 2004 en Atocha (según la cual los terroristas contaron con la colaboración de la policía, del PSOE y hasta de la Orquesta Mondragón), fuese demasiado increíble para que la culta sociedad catalana la tragase con la misma, ciega, credulidad con que digería otros cuentos y cuentas del procés, se hizo circular otro relato paralelo.
Según el cual el CNI es, como en el fondo todo lo español, de una incompetencia descomunal.
Igual que los atentados de Atocha, los de las Ramblas y Cambrils fueron rápidamente resueltos, y sus responsables identificados sin sombra de duda. Sus motivaciones y procedimientos, esclarecidos. No quedó misterio ninguno que desvelar.
Era por completo innecesaria –salvo para que sus señorías parlamentarias se saquen un buen complemento salarial subespecie de dietas– la comisión de investigación sobre el tema que los golpistas catalanes lograron sacarle al Gobierno y que estos días está sesionando en el Congreso.
O sí, sí está teniendo una utilidad la comisión: el director general de los Mossos, el mayor del cuerpo Josep Lluís Trapero, convocado el miércoles, declaró, como anteayer recogía Crónica Global, que en todo momento la colaboración con el CNI fue “leal y provechosa”, y que nadie, ni la policía ni los mossos, hubiera podido hacer nada más para prevenir la acción de unos terroristas que pasaron desapercibidos bajo los radares, igual que ha pasado en otros casos y sigue pasando en diversas ciudades europeas.
Queda así desautorizada por la más alta autoridad policial catalana en aquel caso la teoría de la conspiración en la que insisten todavía algunas terminales de Junts y ERC.
En la que insistía el exconseller Joaquim Forn, mezclando los atentados con el referéndum del 1-O. Pero este señor, a quien nadie sensato calificaría de “avispado”, bastante pena tiene ya consigo mismo y con su propia ejecutoria política y carcelaria para que encima nos ocupemos de él, ¿verdad?