El grupo barcelonés Werfen, de instrumental médico, va como un tiro. Sus cuatro afortunados dueños se han encaramado al pelotón de cabecera de los empresarios más opulentos de Cataluña. Se trata de Jorge, José Luis, Xavier y Marc Rubiralta Giralt, hijos del fundador José María Rubiralta Vilaseca, fallecido en 2012.

Werfen tiene su sede central en un rascacielos de la plaza Europa, de Hospitalet de Llobregat. El último ejercicio alcanzó unos activos consolidados de 4.600 millones, con un espectacular incremento del 77%. Tal ascensión se debe a la compra del grupo estadounidense Immucor, rubricada en marzo del año pasado por 1.931 millones contantes y sonantes.

Dicha firma fabrica productos de diagnóstico en el ámbito de la transfusión y los trasplantes. Su facturación anual ronda los 330 millones.

La adquisición se financió en la totalidad de su importe con un crédito por idéntico valor, recibido de BBVA, BNP Paribas, Caixbank y HSBC. Esa ingente masa de cargas disparó las deudas de la prestataria hasta superar los 2.000 millones.

Una de las condiciones exigidas por los intermediarios de la pasta fue que el cuarteto fraterno renunciara a su pertinaz costumbre de repartir opíparos dividendos y vender sus acciones de Werfen a la propia compañía, al estilo de Juan Palomo.

Por ambas vías, los hermanos se embolsaron la fruslería de más de 1.500 millones desde el fallecimiento de su progenitor. Tan caudalosos vaciados de fondos no impiden que la sociedad todavía siga luciendo un formidable patrimonio próximo a los 1.900 millones.

En 2023, su giro rebasó limpiamente los 2.100 millones y el flujo de caja rondó los 350. En cambio, el beneficio flexionó de 250 a 168. Este recorte se debe por entero a los gastos financieros inherentes al préstamo de marras.

WERFEN EN CIFRAS (en millones de €)

Año Ventas Beneficio
2023 2.105 168
2022 1.840 250
2021 1.850 362
2020 1.670 260
2019 1.470 190
2018 1.360 108

Werfen es una multinacional de altos vuelos. Dispone de filiales en una treintena de países. Sus actividades abarcan dos campos. Uno comprende los dispositivos médicos. El otro, los sistemas de diagnósticos que se utilizan en hospitales y laboratorios clínicos, en particular instrumentos, reactivos, controles de calidad y programas informáticos. Este segundo renglón es el más descollante, pues aporta nueve de cada diez euros de los ingresos totales de la compañía.

Esta es líder mundial en coagulación, con una cuota de mercado del 30%. En autoinmunidad ocupa el segundo puesto, con un 19%.

Su acervo industrial se compone de diez plantas fabriles. Siete de ellas están ubicadas en Estados Unidos, una en Lliça d’Amunt, otra en Sant Esteve Sesrovires y una más en Alemania. La incorporación de Immucor incrementó la plantilla global hasta los 7.100 empleados.

Los cuatro miembros de la saga Rubiralta forman parte del consejo de administración. Les acompañan en calidad de vocales Carles Pascual, Germán Castejón, Luis Cantarell, Nina Fleurie Beikert y Belén Romana. De secretario ejerce el incombustible abogado Miquel Roca Junyent, de 84 años.

Durante el presente año se añadieron al sanedrín Bárbara López Kunz y Myra Lynn Davis.

Werfen se fundó en 1963 por iniciativa de Francisco y José María Rubiralta Vilaseca, oriundos de Manresa. Ambos también montaron por aquella época un negocio siderúrgico que, corriendo el tiempo, se transformaría en la poderosa Celsa, especializada en fundir chatarra para convertirla en alambres, cables y vigas de acero. El binomio Werfen-Celsa llegó a erigirse en uno de los mayores consorcios industriales de Cataluña.

Hacia 2006, Francisco y José María, hasta entonces propietarios por mitad de todos los bienes, chocaron frontalmente y se separaron. El primero se quedó con la rama siderúrgica y el segundo con la parcela médica.

En aquel momento Celsa facturaba 2.800 millones y Werfen sólo 600. A título de justa compensación, el pacto incluyó una cláusula por la que Francisco satisfizo a José María una cantidad muy elevada en metálico.

La vida da más vueltas que una peonza. Casi veinte años después de aquel magno acuerdo, los cuatro descendientes de Francisco ya no controlan Celsa. Esta ha caído en manos de sus acreedores, a saber, un conglomerado de fondos buitres, que para rematar la faena reclaman a los expropietarios más de 400 millones.

Por el contrario, Werfen es un gigante transnacional bien engrasado que gana dinero a espuertas y sus cuatro titulares gozan de la categoría de unos auténticos magnates.