El inadmisible episodio que sufrió Cataluña en las fiestas de Granollers, con el archiconocido taller de guerrilla urbana en el que se les enseñaba a los menores cómo lanzar un cóctel molotov a la policía, necesita respuestas de mayor calado a las que han aparecido hasta el momento. Pese a los intentos de algunos por rebajar el nivel de responsabilidad y trascendencia que tiene el suceso, la verdad es que la Cataluña que quiere volver a mirar adelante, a crecer y a influir, no puede permitirse mirar de soslayo este incidente, más propio de gente que no está en sus cabales, de gente que vive en otro mundo, en otra dimensión que no es la nuestra y que nunca será la nuestra.
La asociación (¿cultural?) que organizó el montaje a olvidar ha recibido 65.000 euros en subvenciones en los últimos cinco años, según publicaba ayer Crónica Global. La alcaldesa de Granollers, una ciudad importante de Cataluña y no un villorrio perdido, reaccionó rápido desautorizando el taller y argumentando que el ayuntamiento no era consciente de tal actividad. No tengo dudas de que la edil socialista pudiese desconocer la letra pequeña de una de las actividades de la fiesta mayor de la capital del Vallés Oriental, pero las consecuencias de ese acto tienen que ser más notorias. Se ha puesto el tema en manos de los Mossos, pero desde el ayuntamiento debe haber más acciones.
Alba Barnusell, la alcaldesa, calificó el taller de desafortunado, mientras que ERC y la CUP defendieron la organización del mismo. Por supuesto que es desafortunado, pero es algo peor. Es una vergüenza para una sociedad democrática y es un pésimo ejemplo para niños y adolescentes. No se les puede formar en la táctica del odio y de la violencia contra la policía, contra la institución que vela por el orden colectivo y que cuando se equivoca, como hemos comprobado recientemente, ya pagan sus culpas por cauces también legales. Una democracia sana no puede albergar ese tipo de actos y la firmeza contra ellos tiene que ser tajante.
Si la alcaldesa o sus concejales hubieran conocido la temática del taller previamente estaríamos ante una situación dramática. Si no lo conocían, la situación no mejora mucho. Hay que saber qué ocurre en tu ciudad y sólo por ello, por ese presunto desconocimiento, deberían producirse dimisiones en la cúpula municipal, además de retirar subvenciones a quienes las aprovechan de manera equivocada y delictiva. Y, por supuesto, los partidos que apoyaron el taller vergonzante deberían pasar también por el filtro de la justicia. Es inadmisible para todo el mundo, pero es especialmente llamativo que ERC secunde ese tipo de acciones, un partido que hasta hace nada ha gobernado Cataluña y que en breve tendrá responsabilidades en el consistorio barcelonés. ¿De verdad tienen que aplaudir un taller en el que se fomenta el ataque a los Mossos d’Esquadra? Alucinante.