La compañía barcelonesa Damm celebró esta semana su junta anual de 2023, con los resultados más elevados de su secular historia.

El balance aprobado por los accionistas arroja unas ventas consolidadas de 2.000 millones y un beneficio neto de 130. El volumen de los activos suma 2.300 millones, mientras que el patrimonio o recursos propios sube a la conspicua cantidad de 1.180 millones.

La cervecera es una de las empresas más señeras y veteranas de la constelación corporativa catalana. Además, se trata de uno de los pocos gigantes que ha mantenido contra viento y marea su sede social en esta comunidad.

Cuando estalló el procés y se largaron millares de sociedades, Damm no se inmutó ante la estampida y permaneció fiel a sus orígenes vernáculos, anclados en esta comunidad desde la fundación en el siglo XIX. El cuartel general está fijado en la calle Rosellón de Barcelona.

Damm posee un vasto entramado industrial, integrado por 16 plantas fabriles en España, más una en Portugal y otra en Reino Unido. En ellas elabora sobre todo cerveza, con su propia marca Damm, la murciana Estrella de Levante y la malagueña Victoria.

Además, abarca otros varios renglones de actividad. Su repertorio incluye las aguas Veri, Fuente Liviana, Font Major y Font Salem. En lácteos controla AgamaLaccaoCacaolat Letona.

También es dueña de las cafeterías Jamaica, las hamburguesas Nostra, las bocadillerías Rodilla y los cafés Garriga.

Por último, alberga tres compañías de distribución, entre ellas Alfil Logistics, amén de dos sociedades de organización de eventos.

La lista se completa con Nennisiwok, adquirida el año pasado. Se trata de una firma de inteligencia artificial, que mediante el análisis de datos contribuirá a mejorar el servicio a los clientes y los consumidores.

Damm planea aplicar las herramientas que proporciona la IA a la producción y venta, para ganar la máxima eficiencia en las operaciones.

La historia de Damm es muy larga. Comienza en 1876. Tiene de protagonista a un ciudadano alsaciano llamado August Küntzman Damm. Escapó de la guerra franco-prusiana y arribó a Barcelona, donde puso en marcha un modesto negocio de la mano de su primo, el maestro cervecero Joseph Damm.

Corriendo el tiempo se fusionó con otras entidades del sector. Hoy la principal accionista es la familia madrileña Carceller, de orígenes turolenses. Los Carceller entraron en el accionariado en los años sesenta del siglo pasado mediante la adquisición de un pequeño lote.

En 1993 dieron el golpe definitivo. Compraron el principal paquete de títulos, que obraba en manos del entonces presidente Fernando Coll Picard. Ese mismo año se nombró consejero a Demetrio Carceller Arce. A la sazón contaba 34 años. En pocos meses, se catapultó primero a la vicepresidencia y más tarde a la presidencia.

Damm cotizó durante muchas décadas en los corros bursátiles de Barcelona. Los abandonó de forma definitiva en 2015, entre otros motivos por la escasa liquidez del valor.

El consejo de administración se compone de siete butacas, cuatro de ellas ocupadas por la saga Carceller, con Demetrio al frente. Además figuran tres socios históricos, Ramón AgenjoRamón Armadás y el grupo germano Dr. OetkerAgenjo es tataranieto de uno de los fundadores de Damm.