En las últimas tres décadas, la globalización de la economía mundial ha tenido cuatro principales secciones: comercial, financiera, tecnológica y turística. De las anteriores, la postrera es la más desconocida. Las principales causas de la expansión del turismo han sido el incremento de congresos y convenciones, el abaratamiento del transporte aéreo, el aumento de los ingresos reales de numerosos hogares y el cambio de patrón de gasto de muchos de ellos.
En el turismo, existen dos grandes categorías: negocios y ocio. No obstante, la separación no es nítida, pues en numerosas ocasiones un viaje de empresa es complementado con la realización de distintas actividades lúdicas. Un magnífico ejemplo son algunos congresos médicos. En ellos, hay una agenda de eventos para los profesionales y otra para los acompañantes. A unos les ofrecen ciencia y diversión, a los otros solo lo segundo.
El turismo de negocios es el generado por la asistencia a ferias, convenciones, exposiciones, congresos, jornadas y seminarios en un municipio distinto del que el participante reside o trabaja. También forman parte de él los viajes regalados a empleados y clientes por la obtención de determinados objetivos o con la finalidad de motivarles para conseguirlos.
En nuestro país, el turismo de negocios es la rama minoritaria, debido a su concentración en unas pocas capitales y al gran dominio del de sol y playa. En 2023, según Spain Convention Bureau, dicho turismo generó unos ingresos de 10.435 millones de euros. En valor absoluto, un importe elevado, pero pequeño en términos relativos, pues solo ascendió al 7% del total (148.361 millones).
No obstante, en el turismo de congresos y convenciones, España es una gran potencia. En el ranking ICCA de 2023, ocupó el tercer lugar con 505 eventos, después de EEUU e Italia. Además, constituye la única nación que tuvo dos ciudades entre las diez primeras de la clasificación, pues Barcelona y Madrid se situaron en quinta y octava posición con 139 y 109 foros, respectivamente.
En el anterior ranking, la magnífica posición de las dos principales urbes del país explica por qué en ellas los precios de los hoteles suelen ser superiores en abril y mayo que en julio y agosto. En los últimos meses, la afluencia de turistas es mayor, pero menor su capacidad de pago, pues los que viajan por negocios (la cuenta corre a cargo de la empresa) están dispuestos a abonar más por una habitación que los que se desplazan por placer (pagan ellos).
Según Ostelea, por cada día de estancia, el turista de negocios en España gasta un 30% más del que viaja por ocio. Por tanto, para incrementar la calidad del turismo receptor, es necesario mejorar la oferta destinada a dicho segmento. Para conseguirlo, es imprescindible la entrada en dicha tipología de turismo de un mayor número de ciudades, el aumento de los servicios al visitante ofrecidos por ellas y la utilización como reclamo del patrimonio artístico y cultural de numerosas urbes del interior del país.
La disminución del precio de los billetes de avión, generada por la proliferación de aerolíneas low cost, ha impulsado el crecimiento del número de turistas, pero especialmente de los que viajan por placer. En primer lugar, porque reduce el gasto generado en sus desplazamientos. En segundo, por la mayor sensibilidad de los hogares, respecto a las empresas, al importe de la tarifa. No obstante, ha provocado una reducción de la calidad media del visitante, al disponer el turista promedio de un menor presupuesto
Además, ha afectado positivamente al número de viajes al año efectuado por las familias y negativamente a la estancia promedio en los lugares de destino. Por un lado, la reducción del precio de los billetes de avión ha impulsado a los hogares a viajar en fechas distintas de las señaladas (verano, Navidad y Semana Santa). Por el otro, para un idéntico número de días de vacaciones, ha hecho económicamente viable visitar más ciudades y países.
En las últimas tres décadas, un crecimiento del PIB mundial superior al de la población ha conducido a un aumento de los ingresos reales de numerosas familias. No obstante, gracias a la globalización económica, el anterior incremento ha sido especialmente notorio en los países de Europa del Este, Sudeste Asiático y América Latina. Incluso, en un período caracterizado por la existencia de dos grandes crisis, tal y como fue el comprendido entre 2007 y 2023, dichos ingresos aumentaron un 22% en los países de la OCDE.
El cambio del patrón de gasto, especialmente en los hogares formados por parejas jóvenes, consiste en destinar una menor parte de los ingresos a alimentos y bienes duraderos (electrodomésticos, mobiliario, etcétera) y una mayor proporción a actividades de ocio. La nueva tendencia de consumo consiste en priorizar las experiencias y disfrutarlas doble. En primer lugar, cuando la viven; en segundo, en el momento de explicarla a familiares y amigos.
Entre 1995 y 2019, según la Organización Mundial del Turismo, los anteriores factores generaron un elevado crecimiento del número de turistas internacionales (175,9%). En dicho período, su cifra pasó de 531 a 1.465 millones y generó una importante repercusión en el PIB mundial. Entre 2006 y 2019, su aportación a la actividad económica global aumentó desde un 5,2% a un 9,6%,
En 2020, las restricciones a la movilidad de las personas provocadas por el Covid-19 originaron una gran crisis turística. Una vez observada su magnitud, algunos analistas predijeron el declive del turismo. En concreto, dijeron que no volvería a ser lo que fue. Un pronóstico equivocado, ya que después de la pandemia numerosas familias cambiaron la percepción que tenían de dicha actividad. Antes era un suplemento en sus vidas, ahora es esencial.
En 2023, la gran recuperación del turismo explica en una sustancial parte el diferencial de crecimiento de nuestro país respecto a la zona euro (2,5% versus 0,5%). En dicho año, según Exceltur, el PIB turístico aumentó un 13,1% y aportó el 70,8% del aumento de la actividad económica observada en España. Un año récord, tanto en número turistas extranjeros (85.169.050) como de gasto generado por ellos (108.789 millones).
En definitiva, en las últimas tres décadas, el turismo ha tenido un gran éxito. En numerosos países desarrollados, el declive de la industria ha sido suplido por su auge, tanto en términos de creación de riqueza como de empleo. No obstante, los salarios percibidos por sus trabajadores son sustancialmente inferiores a los obtenidos por los de las empresas manufactureras. Un motivo de descontento que injustamente desprestigia la aportación de la actividad a las anteriores naciones.
A pesar de lo indicado, el turismo ni mucho menos ha alcanzado su cénit. Según la Comisión Europea, en 2030 habrá 22 turistas internacionales por cada 100 habitantes. Una proporción un 57% superior a la observada en 2010. En el próximo futuro, dicha tendencia nos beneficiará notablemente, si sabemos adaptarnos a las nuevas solicitudes de los turistas y no espantamos a los visitantes con nuestras protestas por distintos motivos.
A tenor de las previsiones, la especialización de España en turismo constituye una as en la manga. Una ventaja que jamás debería convertirse en un problema. En los municipios donde temporalmente haya una mayor saturación, las medidas a adoptar son mejora de los servicios ofrecidos y aumento de los precios de hoteles, restaurantes y establecimientos lúdicos.
El objetivo sería evitar la llegada de los turistas de alpargata e impulsar la afluencia de los de alto standing. En otras palabras, buscar un visitante promedio de mayor calidad que genere más ingresos diarios y permita pagar salarios superiores a los trabajadores. El actual y próximo boom turístico debería de manera directa e indirecta mejorar el poder adquisitivo de la totalidad de los españoles y, en ningún caso, de solo unos pocos.