La economía le da mil vueltas a la política. La reacción de las grandes empresas españolas en el cono sur, Repsol, Telefónica, Iberia, BBVA y Santander, entre otras, ha puesto a Javier Milei en su sitio: salen al paso de los insultos proferidos por el presidente argentino contra Sánchez y su esposa, en la cumbre ultra del pasado domingo en Vistalegre. Los empresarios, parcos en palabras, le afean el gesto al mandatario argentino. El león ruge junto a su camarada Abascal incapaz de entender cómo no hemos echado al líder del PSOE “a patadas o a gorrazos”. El populismo de baja estofa recorre Europa y Vox trata de ser la rótula que articule la Francia de Marine Le Pen con la Italia de Meloni, mientras atrae al extremismo nórdico y a la corriente del húngaro Viktor Orbán.

Milei llegó a España y aterrizó en Torrejón a bordo del Tango 01 de la presidencia de la República Argentina, en viaje oficial. Exhibió músculo en un acto de partido. Como es bien sabido, antes de llegar, convocó una reunión con las compañías del Ibex 35 con presencia en Argentina e hizo mutis por el foro. Al día siguiente, la lio parda en Vistalegre y los empresarios españoles se llevaron un buen chasco, rechazaron lo que dijo Milei y optaron por una “estrategia de colaboración”. El utilitarismo de Jeremy Bentham lo anunció hace siglos: ¡españoles, libraos de ultramar!

Los empresarios habían acudido confiados a la reunión con el mandatario argentino aconsejados por Antonio Garamendi, el presidente de la CEOE, que se cubre de gloria. El Sindicato Vertical sigue intacto, como solía hacer durante el tardofranquismo de Cuevas. Pero su clientela no es manca y le hace saber al presidente argentino que ha utilizado a las empresas multinacionales españolas como cortina de humo para desviar la vista sobre la finalidad de su viaje: socavar la UE de liberales, socialdemócratas, democristianos o verdes, asaltados por la corriente de la extrema derecha.

Los presidentes de las grandes empresas no asistieron en bloque al encuentro con Milei; mandaron a sus segundos. Intuían que el autoritario político bonaerense les montara unas Malvinas, sin el recorrido militar del general Galtieri y ataviado del clásico alijo indumentario del león neoliberal de pelo revuelto.

Los argentinos llevan décadas dando disgustos desde que el mismo Juan Domingo Perón nacionalizó la Chade, la compañía eléctrica fundada por el regionalista catalán Francesc Cambó; y medio siglo más tarde, Argentina se hizo con YPF, la antigua Comodoro Rivadavia, por mor de la expresidenta Cristina Fernández, exesposa de Kirchner. En el cono sur no hay tutelas ni tutías; allí se captura la meritocracia extranjera en un abrir y cerrar de ojos. Lo hizo Cristina y puede acabar haciéndolo Milei, si cualquier día el mercado señala a un trust financiero e industrial aventajado. Y a eso le temen especialmente los empresarios españoles con filiales en Argentina. Si lo hizo Cristina por qué no lo hará algún día el desnortado Milei, defensor de la propiedad privada solo a título divino.

Los empresarios no han picado; solo piden normas de urbanidad y elegancia diplomática, pero por lo visto su representante no lo entiende. Garamendi lo da todo por un par de pases naturales en el centro del ruedo: él se pone al frente, a riesgo de blanquear a Milei y a su valet de chambre, Abascal. El pasado domingo, los de Vistalegre tampoco se olvidaron de felicitar a Netanyahu; el extremismo juega a la Jerusalén liberada aunque tenga sentado a su lado el partido nazi alemán, AfD, capaz de reivindicar los campos de exterminio judíos. Mientras la ultraderecha rejuvenece justo antes de las elecciones europeas, Cataluña espera impaciente las noticias de la investidura de Illa.

El mapa electoral desata carambolas y rebotes nunca imaginados. Si, como dicen los sondeos, los socialistas son derrotados por el PP en las europeas, Sánchez no podrá hacer más concesiones a Junts y a ERC. Seguirán las inhabilitaciones y los procesos ya iniciados. España estará más cerca de ser colonizada por el populismo. Y si Sánchez cae el 9J, Cataluña hinca la rodilla.