Los tertulianos de izquierdas andaban anoche sumando y restando escaños y porcentajes sin darse cuenta de que, más allá del "qué hay de lo nuestro", muchas cosas están cambiando. Que sume o no un Tripartito es lo de menos. Además de la caída de votos del independentismo, lo verdaderamente sorprendente de estos comicios ganados por el socialista Salvador Illa (42 diputados) es que la derecha (tanto catalana como española) ha conseguido una fuerte presencia en el Parlamento de esta comunidad que siempre se ha soñado más progre y moderna que el resto de España. Quizás no sea ya ni lo uno ni lo otro. El fuerte aumento del PSC (9 escaños) no compensa la caída de Esquerra (-13), Comunes (-2) y la CUP (-5).
Aquí, clamaban los bienpensantes, la ultraderecha no tiene cabida. Cataluña es diferente, decían. Pues si no quieres caldo dos tazas. Aliança, con un discurso supremacista basado en la defensa de la raza, la lengua y la estirpe (catalana), entra con dos diputados en el Parlament. El discurso de Silvia Orriols, madre de cinco hijos, habla sin tapujos de casi todo y está dispuesta a expulsar a los inmigrantes que haga falta para conseguir que los sueldos de sus vecinos, los nacidos en esta tierra, aumenten. Su Cataluña no "és de tots" como, sibilinamente, proclamaba Jordi Pujol durante sus mandatos, sino de los catalanes de verdad verdadera.
Orriols, que gasta un discurso no muy alejado del de otras ultraderechas europeas, irá, en el futuro, a la búsqueda del independentista desencantado que ha abandonado las filas de ERC y no ha querido depositar un voto útil para Carles Puigdemont. Junts, que siempre ha sido un partido de derechas, de raíz democristiana y carlista, se ha situado en segundo lugar, tras el PSC. Con esos conservadores independentistas -cuyo discurso sobre inmigración se ha radicalizado en los últimos meses- tendrá que hablar el socialismo catalán (el de Illa) y el español (el de Sánchez). Los necesita para gobernar en Cataluña y en Madrid.
Por su parte, Vox, con un discurso basado, entre otras cosas, en proteger la familia tradicional, ha obtenido 11 representantes, los mismos que en la anterior legislatura, pero con más votos. Poco a poco, va subiendo y atrayendo a jóvenes catalanes conservadores. ¿Qué les ofrece? La España unida que tuvieron sus padres, la lengua materna y la tradición.
Parecía hasta ayer que si subía el PP sería a costa de Vox. No ha sido así. Han crecido los dos. Ambos suman un 19% del total de votos emitidos. Sin embargo, el PP ha dado la gran sorpresa al superar con creces los votos que les daban las encuestas y conseguir la mayor subida de cualquier grupo, de 3 a 15 diputados.
Mucha papeleta que ha ido a la derecha, a los conservadores, no venía acompañada, o no solamente, del comprensible hartazgo provocado por el procés. Hay un nuevo votante, joven y viejo, socialdemócrata o liberal, cansado del buenismo woke. Han proliferado en los últimos años los movimientos radicales ecologistas, izquierdistas, neo-feministas, animalistas, transgénero o identitarios, aumentadon la censura y la cancelación de quienes no comulgan con sus credos. Las leyes aprobadas, en España y en Cataluña, para cambiar cosas que sólo importan a una pequeña parte de la población, no a la mayoría, están teniendo una respuesta contraria en los comicios. Los votantes se rebelan contra el sectarismo y la ceguera de cierta política que no quiere ver ni escuchar.
Será difícil encontrar un pacto que permita gobernar Catalña con una mayoría suficiente, menos aún cómoda y que permita cumplir una legislatura. Sólo se ha conseguido en dos ocasiones de las siete últimas. Así es imposible que avance un país. Si en los años 80, el Parlament contaba con cinco fuerzas políticas, hoy son ocho, y cada una de su padre y de su madre. ¿Hacia dónde mirará ahora Salvador Illa? Pese al gran éxito del socialismo catalán, la derecha sigue subiendo y se acerca más a la Moncloa.