Mal que bien, España funciona a pesar de sus señorías. Se les atribuye a estos políticos cierta capacidad de análisis y acción, incluso se considera que el presidente Sánchez posee un extraordinario arte para dirigir el Gobierno, su partido y las minorías parlamentarias.

A la vista de los irresponsables actos y de la verborrea guerracivilista de la gran mayoría de ministros, diputados y senadores, de uno u otro signo y condición, es mucho suponer que estos ciudadanos electos posean algún atisbo de inteligencia política. En su modo de expresarse, de negociar o incluso de gobernar, ¿cuánto hay de azar y cuánto de necesidad?

Fue una legión de opinadores la que elogió la jugada maestra de Sánchez después del fracaso electoral del PSOE del 28 de mayo. Al convocar sorpresivamente elecciones generales para el 23 de julio, veteranos militantes socialistas reconocieron a un Sánchez extemporáneo al apostar por la –tarde o temprano– mortal ruleta rusa. Los resultados no quitaron la razón a sus críticos, pero la posterior exitosa jugada de alianzas parlamentarias ocultó el afán del líder socialista por arriesgar a los dados. Así, la ausencia de rumbo en el PSOE fue tapada por la creencia ciega de los fieles en el redentor.

Sánchez llevaba una legislatura avanzando de oca en oca, sin caer en ninguna casilla que penalizara su continuo y celebrado avance, tan sólo cayó en el primer puente, pero continuó porque le llevó la corriente. Muchos confundieron de nuevo ese azar con liderazgo y capacidad de gobierno. Mientras, sus socios le permitieron que mintiera e hiciese trampas –contando tres en lugar de dos– a cambio de una ley de amnistía para (presuntos) delincuentes procesistas.

Pero ¡qué gran ironía! La polémica entre sus socios de gobierno (comunes y Sumar) y parlamentarios (ERC y Junts) por la construcción de un casino de juegos (Hard Rock) ha provocado unas elecciones autonómicas que paraliza sine die la negociación de los Presupuestos Generales de 2024. Prórroga. Sánchez ha caído en la posada y ha perdido un turno en el lanzamiento de dados, aunque si hubiese caído en la cárcel, entonces hubiera perdido dos. Es curioso que en el juego de la oca también se contemple el indulto automático.

Este inesperado tropiezo ha demostrado que, en esta legislatura, el presidente no ha hecho de la necesidad virtud, sino del azar necesidad. Y por si esta ludópata manera de gobernar no fuera un ejemplo manifiesto de incapacidad, Salvador Illa se encomienda a San Pancracio, patrón de los juegos de azar que se celebra el electoral 12 de mayo, para conseguir vencer y gobernar en la Generalitat. No hay más donde no hay. ¡Atavíense con perejil y hagan apuestas, señores!