Teodoro García Trabadelo (TGT), de Viladecans, el mayor grupo distribuidor de quesos de España, atravesó durante la pandemia duros avatares, plasmados en un aluvión de pérdidas. Por fortuna, la robustez de la casa le ha permitido superar el golpe con relativo desahogo.

En el periodo 2020-2022 encajó unos números rojos de 25 millones, los primeros que registraba en sesenta años. El balance de 2023 se está confeccionando pero parece que, tras un trienio aciago, ha vuelto a adentrarse por fin en la senda de la rentabilidad.

El consorcio TGT se encaramó a la cima del escalafón nacional hace muchos lustros gracias a un desarrollo expansivo constante y sostenido.

En sus inicios, se limitó a vender requesones extranjeros. A mediados de la década última tomó una decisión trascendental. Erigió una tras otra nueve fábricas propias, sitas en Viladecans, Murcia, Toledo y Navarra, que elaboran variedades locales, amén de otras tres factorías externas asociadas. En conjunto, supusieron una inversión próxima a los 100 millones.

TEODORO GARCÍA TRABADELO (en millones de €)

Año Ventas Resultado neto
2022 460 -1,3
2021 356 -12,9
2020 315 -11
2019 384 1,7
2018 364 5,4
2017 348 4,4

Su repertorio de marcas es extenso y relevante. Engloba, entre otras, las de Edamer, Entremont, Flor de Guadamur, Frico, Hochland, Sabanitas, Sombrero de Copa y Zanetti.

La potente fuerza comercial del conglomerado se completa con 17 delegaciones repartidas por toda la geografía peninsular. Abarca los canales más diversos. Sus artículos figuran en las principales cadenas de supermercados, ya sea con la enseña de estos, ya sea con la de la misma TGT. Además, ha penetrado de forma tentacular en el sector de los restaurantes y los bares, en las charcuterías y en las pequeñas tiendas de alimentación.

Teodoro García Trabadelo, el fundador, nació en el municipio murciano de Caravaca de la Cruz. En los años cincuenta del siglo pasado emprendió el arduo peregrinaje de la emigración, que lo llevó a instalarse en los alrededores de Barcelona. A comienzos de los sesenta ya actuaba como representante de firmas foráneas de derivados lácteos.

En 1963 dio un paso al frente definitivo. Se independizó y montó su propio negocio. Al principio, importaba quesos procedentes sobre todo del resto de Europa, que a la sazón era difícil conseguir en España. Con tesón infatigable logró levantar un pequeño emporio alimentario.

Teodoro era amante del trabajo silencioso y bien hecho. Aborrecía perder el tiempo en alharacas publicitarias. En el curso de su dilatada andadura apenas concedió entrevistas a los medios informativos. Y debido a tal motivo TGT es poco conocida por el común de los ciudadanos.

El pionero falleció en 2014 a los 78 años. Su hijo Teodoro García Giménez asumió el mando, en calidad de administrador único. Cuando el estallido del procés provocó la estampida de las empresas catalanas, el “hereu” mantuvo contra viento y marea la sede central en el bajo Llobregat. Confiaba en que las ínfulas separatistas acabarían extinguiéndose por sí solas.

TGT alberga hoy un mullido colchón patrimonial que alcanza los 170 millones, con unos activos de 365. Tan conspicuas sumas condensan y reflejan fielmente la insuperable gestión desplegada por la dinastía propietaria.