Miguel Tellado se desenvolvía bien en primera división. Empezó con veleidades izquierdistas y nacionalistas, también independentistas en su tierra natal hasta que descubrió su vocación de poder. Ahora imbuido de este poder de la mano de Alberto Núñez Feijóo quiere jugar de titular nada menos que en la Champions de la política española. Como diría aquel, ¡no le queda ná!

Desde su nombramiento el nuevo portavoz parlamentario del Partido Popular concede entrevistas a diestra --sobre todo a diestra-- y a siniestra con total soltura. Su palabrería es reiterativa, insultante hacia el adversario al que descalifica sin pestañear. Su objetivo no es construir sino destruir y desmoralizar a los contrarios porque las elecciones se ganan porque los tuyos van en masa o porque los adversarios se desmovilizan.

Y ahí el señor Tellado es un crack. No aporta nada a la política, pero es el número dos del PP. Su presencia ha elevado a los altares a Cayetana Álvarez de Toledo porque doña Cayetana no reza el argumentario, tiene su propio argumentario, tiene inventiva y una lengua viperina. Tellado se queda en el insidioso argumentario, carece de imaginación política y su lengua triunfa en la bronca de la barra de un bar. Poco más.

El miércoles en una entrevista en Espejo Público de Antena 3, presentado por Lorena García en ausencia de Susanna Griso, hizo gala de todo su repertorio. 24 horas antes de la moción de censura de Pamplona calificó a la alcaldesa de UPN como "legítima", auguró una rebelión en las filas socialistas de Navarra por "el pacto de Pedro Sánchez con los herederos de ETA" y calificó a quienes apoyan esta moción --y claro está la ley de amnistía-- de indignos, indecentes, de falta de escrúpulos... y a Pedro Sánchez de gran mentiroso y de vender, como no, a España y claro está de venderla.

Sin rubor afirmó que por primera vez gobierna en España un partido que no ha ganado las elecciones olvidando que Ayuso, Moreno Bonilla y más recientemente María Guardiola tampoco las ganaron y gobernaron. Pero la ley del embudo es su máxima.

Lo mejor de la entrevista fue su escasa cintura para responder si el PP se apoyaría en Junts para hacer caer al Gobierno de Sánchez con una moción de censura. Ni sí ni no, sino que todo lo contrario. Renegó de Junts pero se marcó como objetivo una legislatura corta. No hace falta ser Maquiavelo para interpretar que si cae el gobierno en una moción de censura es porque Junts la apoyaría. El nuevo locuaz portavoz del PP implícitamente aceptaba el apoyo del independentismo porque otra fórmula es imposible. Solo acertó a balbucear que es todavía pronto para presentar esta moción de censura.

Tampoco estuvo fino en las cuestiones de agresividad. Atacó al ultraderechista Ortega Smith por el altercado en el ayuntamiento de Madrid, pero defendió a un concejal del PP que se encaró con una concejal socialista en su escaño. Tampoco se desmarcó de los ataques a las sedes socialistas, de los insultos a diputados señalados con su foto en las redes por miembros de su partido acusándoles de traidores. Antes eran carteles en la calle, ahora la derecha ha modernizado su forma de hacer política.

Tardaremos en olvidar a Borja Sémper. Un hombre templado y buen espadachín de la palabra. El presidente seguro que no. Ignoro si el 22 de diciembre le tocó la lotería, pero con el nombramiento de Tellado le tocó el gordo y Feijóo se dará cuenta que se ha vuelto a equivocar. Una maldad. El líder del PP pide un mediador para negociar la renovación del CGPJ. Dice que lo pide porque no se fía del gobierno. No será que Feijóo necesita un acuerdo que imponga el mediador para superar una situación incómoda. No será que necesita que se le imponga para decir a su ala dura eso de "lo he intentado pero no ha podido ser". O sea, que Europa desbloqueé el poder judicial y así Feijóo desarmará a los "ayusers" que le hacen la vida imposible. Veremos.