Uno de los rincones favoritos de casa de mis padres es la biblioteca del piso de arriba. Allí es donde está la mesa de despacho de mi padre, cubierta siempre de sus papeles, carpetas y plumas, y allí es donde yo de pequeña subía a hacer los trabajos del colegio que requerían consultar la fabulosa Gran enciclopèdia catalana, 25 tomos de color verde botella que siguen hoy perfectamente alineados en la estantería de madera de la pared.

“En los años 80, la Gran enciclopèdia catalana formaba parte de muchas listas de bodas y era una pieza imprescindible en todo hogar mínimamente culto, tan necesaria como lo es hoy la conexión a internet”, recuerda la reconocida arabista e historiadora Dolors Bramon (Banyoles, 1943) en Profesora de Islam (Fragmenta Editorial, 2023).

Bramon formó parte del grupo de intelectuales catalanes que a finales de los 60 participaron en la redacción de la Gran enciclopèdia catalana y el desarrollo de una terminología catalana adecuada para cada campo, en su caso, el arabismo. Bramon, por ejemplo, fue la responsable de introducir la entrada y definición del término Àndalus, al-, que yo misma utilicé para hacer un trabajo de Historia sobre la Reconquista en 7º u 8º de EGB.

También me acuerdo de una vez, todavía más pequeña, que recurrí a la Gran enciclopèdia catalana para realizar una presentación sobre las focas. Me recuerdo en pijama, rotulador en mano, reescribiendo con mi pésima letra ligada las características de este simpático mamífero sobre una cartulina blanca, en la que previamente había enganchado recortes de imágenes fotocopiadas en color sacadas de la enciclopedia.

“He tenido mi vida en Banyoles y he llevado a cabo mi investigación en casa; no he tenido nunca ninguna beca más allá de la de Túnez [en tercero de carrera, mientras estudiaba Filología Semítica]; siempre he preferido montármelo a mi aire”, detalla en el libro la autora, que a lo largo de su carrera ha luchado por defender su independencia intelectual.

Del estudio del islam y los textos religiosos, como la Biblia, Bramon, miembro emérito del Institut d’Estudis Catalans, afirma haber extraído “sabiduría”, “como todo el mundo”, pero no el espíritu religioso. “Hasta el momento no he necesitado alimentos espirituales”, afirma la reconocida académica, de 79 años. Bramon no se considera creyente, quizás “escéptica”, pero “tampoco” es “anti-curas ni anti-monjas”. “Hay gente que es anti y lo encuentro absurdo, porque yo he conocido personas creyentes inteligentísimas, y de entrada pensaría que, si eres muy inteligente, no puedes ser creyente, pero he encontrado personas creyentes y muy inteligentes, o sea que es posible”, dice. Mi abuelo, que con 92 años era capaz de seguir misas por Youtube y desarrollar algoritmos de álgebra en su ordenador, sería sin duda una de ellas.

Feliz Navidad.