La buena de Aurora Madaula asegura que en Junts, el partido del cual es vicepresidenta, se dan “violencias silenciosas”, lo cual es un alivio: se trata de violencia sin contaminación acústica. Violencias de las que podrían practicarse en una biblioteca, en un palco del Liceo o en la sala de espera del doctor, y nadie protestaría. Puestos a ser violentos, mucho mejor serlo sin molestar a los demás, que no tienen culpa alguna.

Eso sí, Madaula lanzó la piedra y escondió la mano, lo cual la convierte en la perfecta diputada de Junts, un partido que no se caracteriza precisamente por su arrojo y valentía. La diputada Madaula aseguró que en su grupo parlamentario hay violencia machista, pero no señaló a nadie en concreto, lo que significa que los señaló a todos, y allá se las compongan. No es muy bonito, eso de acusar a la totalidad de miembros de su mismo grupo parlamentario, pero es una buena forma de desviar la atención cuando de lo que se trata es de una lucha de poder dentro del propio partido, si es que Junts se puede considerar un partido. Si el líder del partido -o lo que sea- es capaz de mandar a todos a sus despachos a trabajar mientras él huye del país dejando el estropicio para los que se quedan, bien ha de poder la vicepresidenta lanzar veladas acusaciones de acoso sin demostrar nada. Hay partidos que parecen haber sido creados para que los caraduras tengan un lugar donde reunirse.

Por supuesto, mientras denunciaba esas cosas, se mostró compungida, lo primero que aprende una política en Cataluña es a hacer pucheros, al parecer alguien las ha convencido de que de esta forma ganan en credibilidad. Denunciar “violencias silenciosas” (sic) manteniendo un rictus serio y sereno no va a ninguna parte, una debe fingir que está al borde de las lágrimas. Ojo, sólo al borde, nada de soltar la lagrimita, exagerar demasiado es contraproducente cuando se trata de convencer a los demás de lo mal que lo ha pasado una.

El abuso de poder también es violencia machista”, lanzó desde el atril, con lo que, encima, acusó también a todas las mujeres que ostentan un cargo, de ser presuntas machistas. Aquí no se salva nadie, ni mujer ni hombre, todo aquél (y aquella) que forme parte del grupo parlamentario de Junts puede ser maltratador, machista, violento y acosador, lo más probable es que ya lo sea, aunque todavía no se haya enterado. Todo ello de manera silenciosa, por supuesto, sin gritos ni chillidos, que otra cosa no, pero en Junts son gente sigilosa.

Hay que entender a Aurora Madaula. Cuando una cabecita no da para argumentar nada ni para sostener un debate político, la única opción es usar el comodín de la violencia machista. El caso es conseguir el poder en el partido, y una mediocre diputada como ella no conseguiría llamar la atención de nadie con la sola fuerza de su intelecto. En cambio, lanzando insinuaciones de machismo, lleva casi una semana saliendo en los papeles, yo mismo le he dedicado este artículo. Si tuviera que escribir sobre su pensamiento, me vería obligado a dejar la página en blanco.

Por supuesto, esas insinuaciones no consiguen otra cosa que banalizar la violencia auténtica que sufren muchas mujeres, pero eso le da igual a Madaula, porque la importante es ella y no las demás. ¿Cómo puede alguien tomarse en serio la violencia machista después de ver a Aurorita berrear sandeces desde un atril? ¿Cómo dedicar recursos a erradicar esta lacra, si toda una diputada provoca la risa de sus compañeros (y compañeras) de partido, y de todo el que tuviera la suerte de seguir su divertida intervención, cuando la denuncia en sede parlamentaria?