Es inevitable que a cualquier catalán no nacionalista se le escape una carcajada cuando escucha al presidente Sánchez apelar a la reconciliación, la convivencia y la concordia para justificar la amnistía a los juzgados y encausados por el procés.
Se trata del mismo argumento que utilizó para otorgar los indultos y para eliminar el delito de sedición. Entonces se decía que con eso se arreglaba el “conflicto catalán”. Pero parece que no ha sido suficiente.
A pesar de que el propio presidente e innumerables ministros y dirigentes del PSOE y del PSC juraban y perjuraban hace apenas cuatro meses que jamás habría amnistía porque, entre otras cosas, era inconstitucional, hoy aseguran que es legalísima y sus efectos serán milagrosos.
Por supuesto, todos ellos saben que es mentira. Pura patraña. Pero les importa un bledo, claro. Al fin y al cabo, la mayoría de los españoles han avalado la amnistía.
Todos y cada uno de los votantes del PSOE y del PSC el 23J eran conscientes de que Sánchez es un mentiroso. Sabían que simplemente trata de mantenerse en el poder a toda costa. Tenían claro que las encuestas decían que sólo podría gobernar con los independentistas. Y no había ninguna duda de que la amnistía sería parte del precio. Y a pesar de todo, le votaron.
Me hacen gracia los votantes socialistas que ahora me dicen que pensaban que no habría amnistía. Hay que ser muy necio para defender esa posición con el objetivo de limpiar la conciencia. Acepto que les engañaran en 2019, pero la segunda vez ya no es posible. Simplemente, prefirieron la amnistía y la ultraderecha independentista a la ultraderecha nacional. Apostaron por una España antes rota que azul. Y punto.
Lo que no es aceptable es insistir en que la amnistía es lo mejor para el país y para la convivencia.
En Cataluña, antes de la amnistía, no había problemas de convivencia. El principal problema que había era que los no nacionalistas veían pisoteados sus derechos de forma sistemática.
Ahora, tras la amnistía, los problemas de convivencia han aparecido en el resto de España, mientras que en Cataluña los no nacionalistas siguen viendo pisoteados sus derechos. Menudo negocio.
¿Reconciliación, convivencia y concordia, señor Sánchez? A otro perro con ese hueso.