El proceso de negociación para reelegir a Pedro Sánchez avanza lento, pero firme, y con pocas posibilidades de vuelta atrás. Carles Puigdemont se va a pasar por el arco del triunfo la votación del fantasmagórico Consell de la República, que se ha convertido en un reducto de críticos con el expresident y su camarilla de Waterloo. Más allá de eso, nadie del numeroso elenco de partidos llamados a prestar sus votos para esa investidura quiere una repetición electoral.

Las izquierdas porque temen un peor resultado, y los independentistas porque sencillamente perderían la llave de la legislatura española. Habrá pues amnistía, que se vestirá como haga falta, con muchas lentejuelas de "convivencia en Cataluña", siguiendo el consejo del expresidente del TC Pasqual Sala, para que así supere el examen de constitucionalidad y sea digerible para el votante socialista, mayoritariamente receloso, pero dispuesto a pagar ese peaje.

Entre tanto, el acuerdo que ayer rubricaron PSOE y Sumar certifica que hay un bloque de izquierdas que suma 152 diputados, un bloque que hace cuatro años no existía porque socialistas y podemistas eran más enemigos que aliados. Sánchez no quería sentar a Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros, y por eso hubo repetición electoral en 2019, mientras ahora está encantado de tener a Yolanda Díaz a su lado. Hay que reconocerle al líder socialista una extraordinaria astucia política, un gran manejo de los tiempos, que es parte del secreto de su resiliencia. Por eso el 23 de julio, aunque perdió las elecciones, supo caer de pie y ahora está muy cerca de ser investido nuevamente.

A cambio de la investidura, los independentistas obtendrán una amnistía con la que hace seis meses no podían ni soñar. Por ese lado, el intercambio de cromos es claro, e incluye también el apoyo como mínimo a un presupuesto, aunque condicionado a nuevos avances en la agenda soberanista. Habrá que esperar un tiempo a ver qué ocurre tras el regreso de Puigdemont y cómo afecta eso a ERC, y si Oriol Junqueras quiere ser o no candidato a la presidencia de la Generalitat. Porque nada será igual en Cataluña tras la amnistía.

En cuanto a los vascos, si bien Bildu no pide nada a cambio y el PNV expresa todavía reivindicaciones vagas, antes o después también se cobrarán su apoyo, mientras esperan a que el PSE elija socio para la lendakaritza el año que viene. A corto plazo, nada tampoco que temer por aquí.

El problema para Sánchez no serán los independentistas vascos o catalanes, por lo menos no de forma inmediata, la bomba de relojería la tiene dentro de Sumar con Podemos y sus cinco diputados. Tanto Ione Belarra, presidenta de la formación morada, como Pablo Fernández, coportavoz han tildado el acuerdo de insuficiente, y aunque forman parte del grupo parlamentario de Sumar han reivindicado su autonomía en el Congreso y exigido tener voz propia en la negociación.

Obviamente, Podemos no va a boicotear la investidura, pero no lo va a poner fácil en la legislatura. El talón de Aquiles de los próximos años va a ser la parte económica porque van a venir ajustes en medio de una desaceleración económica, más aún con dos guerras a 2.500 km de Madrid. España tiene un déficit estructural del 4% del PIB y una deuda pública del 110%, similar a la de Francia y menor que la de Italia, pero el ajuste fiscal va a ser igualmente inevitable, mientras los tipos de interés seguirán altos durante más tiempo con el encarecimiento de la deuda, etc.

El acuerdo del PSOE y Sumar no incorpora ese escenario de mayores estrecheces y menores alegrías, y cuando vengan los recortes Podemos no querrá salir en la foto. Y eso sin tener en cuenta la disonancia en política internacional, como hemos visto con la guerra en Ucrania y ahora tras el atentado de Hamás y la petición de Podemos, en boca de la todavía ministra Belarra, de declarar a Israel Estado genocida.

Desde Iglesias hasta Irene Montero, pasando por Pablo Echenique, odian a Sumar y a su lideresa, profundamente. Les ha robado la cartera. Cuando lleguen las dificultades para el nuevo Gobierno, del que probablemente quedarán excluidos, ejecutarán su venganza. Es solo cuestión de tiempo.