La campaña oficial para las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo empezó a medianoche, solo horas después de que se publicara el macrosondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). La derecha quiere convertir estas elecciones en una primera vuelta de las generales de diciembre, pese a que es una apuesta muy arriesgada porque en las elecciones autonómicas y, sobre todo, municipales siempre se suele votar en clave local y de gestión de los gobiernos salientes.
Quien más se significa para que el 28M sean unas primarias de las elecciones generales es la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que no para de descalificar al Gobierno de Pedro Sánchez, e incluso el pasado miércoles arremetió contra todos los gobiernos de la democracia, comprendidos los del PP, por sus cesiones a los nacionalistas vascos y catalanes y por no ver que “existe por parte de algunos una clara intención de dinamitar todo lo acordado, de instalar una república federal laica inspirada en el guerracivilismo totalitario a manos de quienes odian nuestro país”, dijo con un lenguaje guerracivilista.
Ayuso ha elegido como lema nada más y nada menos que “O Sánchez o España”. Así que hemos pasado del “Comunismo o libertad” de las pasadas autonómicas a otra disyuntiva más personal contra el presidente del Gobierno. El PP como partido machaca con el lema de “derogar el sanchismo”, pero Ayuso lo desborda tanto en sus consignas como en su discurso. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha hablado en diversas ocasiones de derogar las leyes más polémicas y más progresistas del mandato de Sánchez, pero Ayuso le pone deberes a su jefe.
La trumpista presidenta madrileña cita entre las leyes que el PP ha de derogar las de educación, universidades, ciencia, diversidad familiar, memoria democrática, bienestar animal, vivienda, reforma laboral, la supresión de la sedición y la reforma de la malversación y los impuestos a la banca, a las grandes fortunas y a las compañías energéticas. No falta ni una. Todo un programa cara a las elecciones generales, si no estuviéramos antes unas elecciones autonómicas y municipales. La presidenta madrileña no se cansa de decir lo bien que se lleva con Feijóo, pero sus actos lo que hacen es señalarle el camino o prepararse para sustituirlo.
Y todo ello entrando a todos los trapos, a riesgo de destapar muchas veces su falta de preparación en los temas de los que habla o simplemente su ignorancia. Ocurrió el pasado fin de semana cuando, a propósito de una pregunta sobre las okupaciones de viviendas, calificó la justicia social de “invento de la izquierda” que solo promueve “la cultura de la envidia y de buscar falsos culpables”, el “rencor” y “una pretendida lucha de clases”, además de “normalizar el delito” perjudicando “a la gente de bien”. Cuando al día siguiente le preguntaron que aclarara esa invectiva, evitó la respuesta. Ayuso, sin embargo, está rozando la mayoría absoluta en su comunidad, según el sondeo del CIS. Vivir para ver.
La macroencuesta del CIS, de unas 20.000 entrevistas en toda España, despeja a favor de la izquierda otra de las grandes incógnitas del 28M al otorgar a PSOE, Unidas Podemos y Compromís la posibilidad de repetir en la Comunidad Valenciana el tripartito que surgió del Pacte del Botànic. El PP ganaría en votos, pero no llegaría a desbancar a la izquierda ni aun pactando con Vox.
La Comunidad Valenciana es vital para decantar la balanza en las generales de diciembre y, si se confirman los datos del sondeo, el Gobierno de coalición PSOE-UP saldría reforzado. El CIS pronostica también una victoria del PSOE en votos en toda España, rebajando las altas expectativas de la derecha, que el propio PP ya se ha encargado de aguar en las últimas semanas para no alimentar más la frustración si no se alza con el triunfo. Tampoco los escasos cambios de gobierno que la encuesta prevé en el mapa autonómico son, si se confirman, una buena noticia para Feijóo.
La tercera gran incógnita es el Ayuntamiento de Barcelona. El CIS pronostica un codo a codo de Ada Colau (en primer lugar) y Jaume Collboni (segundo), desplazando al tercer puesto a Xavier Trias y, más abajo, a Ernest Maragall. La fotografía es similar a la mayoría de las encuestas privadas más recientes, pero tampoco despeja el enigma de quién se impondrá finalmente y menos de quién gobernará.