Hace unos 20 años hice un estudio sobre las profesiones de futuro en el ámbito de la salud estudiando las tendencias, las tecnologías y cómo avanzaban los conocimientos, e incluía bioinformáticos, bioingenieros y genetistas, entre otros.

En los 2000 estábamos inmersos en la carrera público-privada por secuenciar el primer genoma humano entre la empresa de Craig Venter y la iniciativa pública del Proyecto Genoma Humano, dotado con 3.000 millones de dólares y en el que España participó activamente. El Gobierno chino fundó el Beijing Genomics Institute (BGI) para participar en él.

Veinte años después, Venter es un innovador en serie y se ha dedicado a aplicar microorganismos modificados genéticamente para la producción de etanol e hidrógeno como combustibles alternativos o para eliminar microplásticos, entre otras, mientras que el BGI ha seguido secuenciado especies, creciendo, comprando empresas relacionadas con la biotecnología y creando filiales por todo el mundo con su centro de operaciones en Shenzhen. Shenzhen es hoy el Silicon Valley del hardware en donde tienen sede empresas líderes como Tencent y Huawei y no por casualidad el BGI Group, hoy ya la organización líder en ciencias de la vida del mundo.

La combinación de las biotecnologías con las digitales, incluida la inteligencia artificial, hace que podamos anticiparnos y prevenir, prediagnosticar y tratar con mayor precisión, de ahí el concepto de medicina de precisión. China lo sabe y tiene los datos de sus ciudadanos y por eso una de las filiales del BGI está haciendo un banco de ADN.

En este sentido y de manera similar a otros ámbitos, el Departamento de Defensa de Estados Unidos añadió a BGI Genomics Co Ltd a una lista de prohibición de inversión para los estadounidenses del mismo modo que se incluyó a Huawei y otras empresas vinculadas a los sectores de la tecnología de defensa o de vigilancia.

Estamos sorprendidos con las inteligencias generativas como ChatGPT y otras que nos combinan las palabras para generar textos vía algoritmos. Nuestro ADN no deja de ser eso, una combinación de moléculas que identificamos con cuatro letras que se combinan entre sí. Si a esto le añadimos el resto de nuestros datos, la inteligencia artificial es una herramienta imparable para ayudar a tomar decisiones clínicas y analizar imágenes.

Actualmente las herramientas de inteligencia artificial se están utilizando para analizar tomografías computarizadas, rayos X, resonancias magnéticas y otras imágenes en busca de lesiones u otros hallazgos que un radiólogo humano podría pasar por alto. No creo que esto remplace al médico, pero sí que hace que los médicos de este presente-futuro gestionen nuestros datos.

Así que al igual que en otros ámbitos de la tecnología mundial, en las biotecnologías también tenemos el modelo de datos privado americano, el público para el bien común europeo con organizaciones sin ánimo de lucro como el Wellcome Trust u otros o el control del Estado chino con el BGI Group. En este último caso con un valor de billones de euros, así que dentro de poco o tenemos una carta de derechos digitales que regule la IA y los datos o de tal dato tal pastilla, seguramente china.