Hace varios lustros que Cataluña está sumergida en el desgobierno. El agit-prop del procés sustituyó al gobierno de las cosas y a la preocupación por la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. En la actualidad ERC intenta con escaso éxito gobernar, aunque en realidad lo único que pretende es sustituir a Convergencia y gestionar presupuestos y prebendas del viejo régimen nacionalista liderado durante décadas por el caudillo Pujol.
El viejo partido auto titulado republicano ha ocupado la Presidencia de la Generalitat y el Govern pero les cuesta gobernar el artefacto. Es un partido acostumbrado a la queja, al victimismo identitario y a la confrontación parlamentaria, pero con escasa cultura de gobierno. ERC está teniendo dificultades para poder gestionar una administración que durante décadas estuvo al servicio del nacionalismo convergente. El Govern actual está obsesionado por ocupar el poder y evitar ser desalojados por sus cordiales enemigos de Junts, restos del naufragio del nacionalismo pujolista .
Durante la última década las luchas intestinas y fratricidas entre los partidos secesionistas han provocado la parálisis de las instituciones catalanas. Un Parlament inoperante donde la acción del Govern brilla por su ausencia y su debilidad parlamentaria complica la aprobación de unos presupuestos, más necesarios que nunca, para hacer frente a la excepcional situación social y económica derivada de la post-pandemia
Mucho me temo que las únicas propuestas de ERC para Cataluña se centren en modificar los delitos de sedición y de malversación que permitan a sus dirigentes, principalmente al gran chamán, volver a la actividad política al acabar con las inhabilitaciones derivadas de acciones punitivas juzgadas y condenadas por unos tribunales que ejercen su labor en un estado de derecho.
Por otra parte, en su obsesión por continuar con la confrontación con el perverso Estado Español, utilizan la lengua catalana como elemento de enfrentamiento permanente. El nacionalismo identitario es el gran enemigo de la lengua catalana al intentar convertir la lengua de todos en un instrumento de agitación constante. Una lengua instrumentalizada y secuestrada por una minoría que intenta cohesionar al electorado nacionalista alrededor de los recurrentes “agravios”.
El actual desgobierno de ERC navega a la deriva sin estrategias definidas en campos tan importantes como la política industrial y la transición energética. Seguimos a la cola en energías de origen renovable. El Govern ha estado desaparecido y su presencia ha sido irrelevante en un tema estratégico tan importante para Cataluña como el corredor H2 Med.
Su única actuación relevante en el campo de la movilidad se traduce en el bucle de una reivindicación permanente del traspaso de rodalies , ocultando que la Generalitat es la titular del servicio y reclamando la transferencia de unas infraestructuras ferroviarias que en todos los gobiernos europeos no son transferibles a las regiones, al ser consideradas estratégicas. Brillan por su ausencia sus propuestas sobre el gobierno de la RMB y se desconoce cuál es su modelo de ciudad en el caso de Barcelona, capital de Cataluña.
El desgobierno de ERC ha acentuado la decadencia del país en el campo de la innovación y la tecnología, así como el declive de una industria que carece de tecnología propia y tiene sus centros de decisión ubicados fuera de Catalunya.
Un gobierno con escasa sensibilidad ante los problemas reales de la ciudadanía lo que se manifiesta en un insuficiente gasto social que ha supuesto importantes retrocesos en el Estado del bienestar. Según el ECAS (Federación de Entidades Catalanas de Acción Social), el 25,9% de la población catalana está en situación de pobreza o exclusión de forma cronificada. Un gobierno que malgasta casi 500 millones de euros para recuperar la concesión de la vía entre Cervera (Lleida) y Caldes de Malavella (Girona) que hubiesen sido muy bien empleados en la necesaria mejora de la sanidad pública catalana cuyos datos de lista de espera y atención médica nos sitúan a la cola de las CC. AA y por debajo de la Comunidad de Madrid. En el campo educativo a la obsesión por imponer el catalán como única lengua vehicular, al margen de la calidad de la enseñanza impartida, se ha sumado una deriva privatizadora en algunos servicios. La síntesis de su política educativa sería negocio para los privados y control ideológico para la pública.
De todo lo anterior es difícil deducir que ERC como partido nacionalista identitario sea un partido de izquierda. Solo la sensibilidad soberanista de los comunes y su ambición de poder participar en el Govern y mantener la alcaldía de Barcelona, justifica sus intentos de extrañas alianzas. Por otra parte, al PSC le puede interesar en ocasiones situar a ERC en el campo de la izquierda para justificar el soporte que le presta al gobierno de coalición en Madrid.
Los ciudadanos de Cataluña necesitamos un govern que haga frente a la situación de crisis en la que estamos inmersos y que gobierne para todos los catalanes. Creo que no es incompatible la estrategia de diálogo y alivio de las tensiones entre el Gobierno de España y la Generalitat de Cataluña con la necesidad de que el Estado, tanto tiempo desaparecido, vuelva a hacer acto de presencia en Catalunya.