Durante años la retórica del procés fue culturalmente dominante. Una Constitución libérrima, una democracia plena y una libertad de expresión ilimitada permitieron a los independentistas montar a gusto el artificio del procés. Y no les bastó con montarlo, exigieron además que se reconociera su superioridad moral. Crearon una atmosfera cultural agobiante para los catalanes no independentistas.
Les funcionó porque el aparato propagandístico del Govern, propio y subvencionado, fue eficaz y acalló las primeras voces críticas. Contó también con una condescendencia genérica para con el nacionalismo catalán, que supo presentarse como víctima de la dictadura –hasta la desfachatez de tenerse por la mayor de las víctimas— y como abanderado de la lucha por la democracia, aunque no se recuerda a muchos nacionalistas en las trincheras de esa lucha.
Pero la dominación cultural independentista, que colocó con éxito sus eslóganes mendaces, “Espanya ens roba”, “Dret a decidir”, “Llibertat presos polítics”, empezó a ser cuestionada a medida que se hacían patentes sus falacias.
Jordi Amat, autor de La conjura de los irresponsables (2017), que sitúa el arranque de la crisis institucional provocada por el procés en la reforma del Estatuto, refrendada en 2006, da cuenta de la existencia en julio de este año de 850 libros sobre el proceso independentista. Los hay a favor y en contra, los más, a favor, que proliferaron como productos fast food combinando emociones, supuestos agravios, épica procesista, etcétera.
Los libros apologéticos del procés, tipo Filla de l’1 d’octubre (2021), de Laura Borràs; M’explico (2020) y La lluita a l’exili (2020), de Carles Puigdemont, y Tornarem a vèncer (I com ho farem) (2020), de Oriol Junqueras y Marta Rovira al reproducir abundantemente los eslóganes y posiciones del independentismo, harto conocidos, resultan solo hermenéuticos, se interpretan laudatoriamente a sí mismos, poco aportan.
En cambio, los libros detractores, que tardaron en salir y sus tesis en penetrar en la opinión pública por el muro retórico del procés, aportan análisis útiles para el conocimiento de ese fenómeno variopinto.
Destacaré libros que, a mi juicio, representaron una ruptura argumental del procés.
El primero, Las cuentas y los cuentos de la independencia (2015), de Josep Borrell y Joan Llorach, un documentado análisis del insultante “España nos roba” (más de 16.500 millones anuales, dicen; el exconseller Jaume Giró subió a 20.000 millones) y su frívolo corolario “secesión sin costes”. Josep Borrell lo remató el 21 de junio de 2016 en un debate televisivo que no tiene desperdicio con Oriol Junqueras, entonces vicepresidente y titular del Departamento de Economía y Hacienda, que estuvo patético por su ignorancia en cuestiones financieras elementales. (Debate disponible en Youtube).
Anatomía del ‘procés’ (2018), una obra colectiva que desmenuza antecedentes, realidades, pasiones, intereses, datos sociológicos, etcétera, del procés. Es antológico en contenidos e insuperado en muchos de sus análisis.
Antoni Bayona fue letrado mayor del Parlament, como jurista vivió desde su privilegiado puesto las manipulaciones de los grupos parlamentarios independentistas, sus errores, su instrumentalización del derecho, incluso del emanado del Parlament y propuesto por ellos. Lo narra en No todo vale (2019) y lo completa en Sobrevivir al ‘procés’ (2020). Bayona, extraordinario jurista, vacía el procés de toda fundamentación jurídica.
Roberto Fernández Díaz, catedrático de Historia, en Combate por la concordia. Cataluña en España, un futuro común (2021), después de analizar con sumo rigor la evolución de sectores del catalanismo histórico hacia el soberanismo y, finalmente, hacia el independentismo secesionista, hace razonadas propuestas de conciliación, cohesión social y concordia para superar la división y los daños causados por los independentistas, a los que, pese a sus errores y consecuente con su invocada concordia, califica de “compatriotas catalanes” desde las primeras páginas.
Por supuesto, hay muchos más títulos de mérito hasta formar en conjunto la literatura de la derrota dialéctica de la ideología independentista.
Habría que sumar, además, los trabajos de analistas de altura que, en artículos periodísticos, algunos recopilados en libros, han ido cribando y refutando las tergiversaciones, falacias, mitos y mentiras a secas de los dirigentes y de los ideólogos del independentismo.
Entre otros, Lluís Bassets con sus magistrales Lecciones españolas (2017) sobre la secesión catalana y la crisis constitucional española de 2012-16 y La rebelión interminable. El año de la secesión catalana (2018); Xavier Vidal-Folch, que anticipa en Catalunya independent? (2013) y en Cataluña ante España (2014) mucho de lo que aconteció después; Lola García, cronista en El naufragio (2018) de la deconstrucción del sueño independentista, más el elenco de colaboradores de Crónica Global, cuyas aportaciones periódicas han constituido una referencia imprescindible para el conocimiento y refutación de las tesis del procés.
A todos ellos hay que agradecer su lucidez frente al embaucamiento ideológico del independentismo, que ha estado a un tris de hacer realidad La derrota del pensamiento (1987), anunciada y temida por Alain Finkielkraut.